Por Dominique Patton
PEKÍN (Reuters) - Los responsables chinos han advertido a los comerciantes de semillas y granjeros de que no usen semillas genéticamente modificadas (GM) que no estén aprobadas en la principal zona de cultivos, poco después de que Greenpeace dijera que había encontrado una extendida contaminación transgénica en el maíz.
La actuación sin precedentes de las autoridades rurales en las últimas dos semanas también se produce en un momento en que la estatal ChemChina ha ofrecido 43.000 millones de dólares por el gigante de las semillas y agroquímicos Syngenta (VX:SYNN) AG, algo que atraería tecnología punta y 'know-how' al fragmentado sector chino de semillas mientras lucha con una política divisiva sobre productos GM.
China no permite el cultivo de variedades de maíz transgénico o de otras semillas de consumo alimentario básico, aunque sí permite la importación de algunos cultivos GM para la alimentación animal.
Pese a la estricta posición oficial de Pekín, Greenpeace dijo el mes pasado que casi todas las muestras de campos de maíz en algunas partes del nordeste, considerado el granero de China, dieron positivo por contaminación transgénica.
Pekín no ha comentado explícitamente el estudio de Greenpeace, pero las autoridades locales de las provincias de Liaoning, Jilin y Heilongjiang emitieron avisos a los granjeros y comerciantes de semillas advirtiendo en contra de comprar productos GM en la temporada primaveral de compra de semillas.
PRINCIPAL PRODUCTOR
Como mayor productor y consumidor mundial de grano, China legisla duramente en un sector agrícola que alimenta a sus casi 1.400 millones de habitantes.
Años de cultivo intensivo y el uso excesivo de agroquímicos han degradado la tierra de cultivo y contaminado suministros de agua, dejando al país cada vez más vulnerable a la escasez de cultivos.
El agujero en la productividad de los cultivos china es particularmente evidente en el maíz, con un rendimiento medio un 40 por ciento menor que el de Estados Unidos debido a un stock más pobre de semillas, menores parcelas de terreno y una gestión ineficaz de las plagas, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Pese a gastar miles de millones de dólares en investigación en biotecnología, la amplia oposición pública hace que Pekín no tenga un calendario para comercializar nuevos cultivos GM.
Este limbo frustra a varias empresas de biotecnología del país y lleva a otras a suministrar semillas transgénicas no registradas a unos agricultores ávidos de soluciones.
(Editado por Lincoln Feast.Traducido por Rodrigo de Miguel en la Redacción de Madrid)