Por Guy Faulconbridge
LONDRES (Reuters) - Con estrategia poco clara y posición insegura, la primera ministra británica Theresa May se mete de lleno esta semana en unas tortuosas conversaciones de divorcio con la Unión Europea que determinarán la prosperidad de Reino Unido y su influencia mundial en generaciones venideras.
En uno de los momentos más críticos para Europa y Occidente desde la caída de la Unión Soviética en 1991, el Gobierno de May se tambalea en una crisis creada por ella misma al perder la mayoría parlamentaria en unas elecciones anticipadas el 8 de junio que no tenía por qué haber convocado.
Es tal el derrumbe en la autoridad de May que toda su estrategia para el Brexit está siendo recogida públicamente por sus ministros, parlamentarios y aliados en vísperas de las negociaciones formales que comienzan en Bruselas el lunes a las 0900 GMT.
A pesar de los mensajes lanzados por Francia y Alemania de que la puerta para quedarse en el bloque sigue abierta si el país cambia de opinión, el ministro de Brexit, David Davis, insistió el domingo en que no habría vuelta atrás.
"Mientras me dirijo a Bruselas para comenzar las conversaciones oficiales dejar la UE, no debería haber duda alguna: vamos a abandonar la Unión Europea", dijo Davis, que empezará las conversaciones con el principal negociador de la UE, Michel Barnier.
"Ahora empieza el trabajo duro. Debemos asegurar un acuerdo que funcione para todas las partes del Reino Unido y nos permita convertirnos en una Gran Bretaña verdaderamente global".
El país tiene menos de dos años para negociar los términos del divorcio y las guías de su futura relación con el bloque antes de dejarlo en marzo de 2019. Ambas partes necesitan un acuerdo que mantenga el flujo comercial entre el mayor bloque comercial del mundo y la quinta economía mundial.
Pero los otros 27 miembros de la UE combinados casi quintuplican el poder económico de Reino Unido. Cuentan también con el fuerte incentivo de negar al Reino Unido un trato lo bastante atractivo que pueda animar a otros a seguir el ejemplo británico.
Con May todavía cerrando los detalles de un acuerdo post-electoral para mantenerse en el poder con el apoyo de un pequeño partido de Irlanda del Norte, hay miedos sobre una salida desordenada que debilitaría a Occidente, podría en peligro la economía británica de 2,5 billones de dólares y minaría la posición de Londres como único centro financiero que puede competir con Nueva York.
Por si no bastaran estas presiones sobre la líder británica, May fue ampliamente acusada de no mostrar la suficiente empatía con las víctimas del mortal incendio de la torre Grenfell en Londres esta semana.
Un diplomático europeo en Londres dijo que la agitación política era tal que resultaba complicado saber qué escribir a su capital, aludiendo con escarnio al lema de la campaña de May de un "liderazgo sólido y estable".
"¿Qué puede decirse que tenga sentido de semejante caos?", se preguntaba el diplomático. "Supongo que no estamos ante un Brexit sólido y estable".