Por John Chalmers y Gabriela Baczynska
BRUSELAS, 20 may (Reuters) - Fue necesario un tribunal de jueces con togas escarlata para animar a Angela Merkel a tomar una de sus decisiones más audaces en sus 15 años como canciller de Alemania: proponer enormes transferencias en efectivo a las economías más dañadas de la Unión Europea.
Merkel ya estaba preocupada por el futuro de la unión después de que el estallido de la pandemia de coronavirus en Europa en febrero desencadenara una ola de muertes y confinamientos que paralizaron su economía.
Sin embargo, fue el Tribunal Constitucional de Alemania el que inclinó la balanza, según las fuentes consultadas. El fallo del 5 de mayo puso en duda la dependencia de la UE de la impresión de dinero del Banco Central Europeo (BCE) para mantener a flote las economías de sus miembros más débiles, así como la gobernabilidad de la UE.
Hasta entonces, Merkel se había opuesto a una propuesta del presidente francés Emmanuel Macron para crear un Fondo de Recuperación que, por primera vez, obligaría a los 27 estados miembros a aumentar la deuda de forma conjunta.
"Inicialmente estaban en posiciones bastante diferentes", dijo un diplomático consultado. "Analizaron el riesgo de una división en la UE. Pero entonces llegó la decisión del Tribunal Constitucional y Merkel (...) dijo: 'depende de nosotros, de los Gobiernos'".
Una serie de conversaciones mantenidas por videoconferencia entre Merkel y Macron condujo a la creación de un plan para que la Comisión Europea, el ejecutivo de la UE, pida prestado 500.000 millones de euros (550.000 millones de dólares) como deuda común y la transfiera a los países y sectores económicos más afectados.
Sería un complemento del presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027, cercano a 1 billón de euros.
Diplomáticos en Bruselas, París y Berlín con conocimiento de estas deliberaciones dijeron que Merkel ha abandonado la oposición que Alemania había mantenido durante mucho tiempo a la mutualización de la deuda para financiar a otros Estados miembros cuando se hizo evidente que la UE misma estaba en peligro.
En la práctica, el fallo judicial del tribunal alemán hizo recaer sobre los Gobiernos de la UE la responsabilidad de financiar cualquier respuesta económica a la crisis.
Muchos líderes europeos están de acuerdo en que, si no logran rescatar las economías que ahora están en caída libre, se arriesgan a algo peor que la crisis de la deuda de hace 10 años, que puso al descubierto grietas en el bloque, avivó el euroescepticismo y estuvo a punto de hacer estallar la eurozona.
¿UNA UNIÓN SOLO POR EL NOMBRE?
La pandemia ha hecho descarrilar la recuperación de los países más endeudados de la UE. La deuda de Italia se dispara hacia el 170% del PIB, Grecia está perdiendo el terreno recuperado durante años de austeridad y, en el sur, el colapso del turismo amenaza millones de puestos de trabajo.
Seguramente parezca lógico pensar que es el momento de que la Unión haga honor a su nombre.
Sin embargo, la lentitud inicial de los países para compartir equipamiento médico, así como la disposición a cerrar sus fronteras, parece demostrar la irrelevancia de Bruselas cuando los intereses nacionales están en juego.
Las divisiones estallaron en una videoconferencia mantenida entre los líderes de la UE que duró toda la noche del 27 de marzo, cuando los países del norte, fiscalmente conservadores, resistieron las presiones del grupo "Club Med" para emitir deuda conjunta de la UE con el fin de hacer frente a los efectos de la pandemia.
Los ministros de finanzas acordaron el 9 de abril un plan de rescate para toda la UE por valor de medio billón de euros, pero se trata de una cifra insuficiente para financiar una recuperación a largo plazo, por lo que la disputa se enconó. Berlín insistió en que cualquier plan de recuperación debería consistir en préstamos a corto plazo y reembolsables.
Entonces Merkel y Macron comenzaron a hablar.
"Merkel se dio cuenta cada vez más de que estaba haciendo quedar muy mal a Europa", dijo un alto funcionario de la UE familiarizado con las consultas de Macron y Merkel con la Comisión.
Y justo cuando parecía que este nueva crisis —que se suma a la de la deuda, a la de migración de 2015 y al Brexit— podría destruir finalmente el bloque, el acuerdo apunta a que sus dos miembros fundadores podrían seguir ejerciendo el papel de núcleo estable de la UE.
La maniobra también puede reforzar la posición de Macron y su visión de una mayor integración cuando Merkel termine su largo mandato.
La Comisión, que presentará su propia propuesta el 27 de mayo, acogió calurosamente la iniciativa, pero el acuerdo aún no está concluido.
Para aprobarlo necesita el respaldo de las 27 capitales. El líder de Austria ya ha dicho que, junto con los Países Bajos, Dinamarca y Suecia, ofrecerá solo préstamos, no transferencias no reembolsables.
(información adicional de Michel Rose en París y Andreas Rinke en Berlín; editado por Kevin Liffey; traducido por Tomás Cobos)