Por Nidal al-Mughrabi y Jeffrey Heller
GAZA/JERUSALÉN (Reuters) - Un ataque aéreo israelí mató el domingo a una madre palestina y a su hija en la Franja de Gaza y la policía, que afronta una oleada de ataques de arma blanca en Israel, dijo que frustó el intento de introducir un coche bomba en Jerusalén.
Cuatro israelíes y 23 palestinos han muerto en doce días de derramamiento de sangre que se han propagado desde Jerusalén y la Cisjordania ocupada por Israel hasta el interior de Israel y Gaza, gobernada por Hamás.
Israel dijo que sus aviones tenían como objetivo instalaciones de Hamás en la Franja de Gaza tras el lanzamiento de cohetes transfronterizos. Personal sanitario palestino dijo que una mujer embarazada y su hija de tres años que vivían cerca del lugar murieron cuando su casa se derrumbó.
En una carretera de Cisjordania que lleva a Jerusalén, la policía detuvo un coche conducido por una mujer palestina que, según dijeron las autoridades, gritaba "Dios es grande" y detonó un explosivo cuando un agente se acercó. La mujer resultó gravemente herida y el policía también fue herido.
"Hemos frustrado un ataque de coche bomba", dijo Rafi Cohen, un comandante de la policía, a los periodistas en el lugar. "No tenemos duda de que la terrorista que conducía el vehículo tenía la intención de llegar a Jerusalén".
El coche resultó levemente dañado por la explosión y Cohen dijo que había más explosivos en su interior. Se negó a dar detalles, pero la radio del Ejército informó de que en el interior había latas de gas.
Los palestinos no han utilizado bombas hasta ahora -método que fue un sello distintivo de su segundo levantamiento, de 2000 a 2005- en el actual episodio de violencia, que los líderes israelíes han descrito como una "ola de terror" que aún queda lejos de una "Intifada" organizada.
Ante un trasfondo de protestas musulmanas por el acceso a judíos al complejo de la mezquita Al Aqsa en Jerusalén, lugar venerado por los judíos como ubicación de templos bíblicos, los palestinos han estado atacando a israelíes con cuchillos, piedras y, al menos en una ocasión, con armas de fuego.
Los palestinos creen que el aumento de la visitas en el último año de grupos y legisladores de derechas judíos a la plaza de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam, erosiona el control religioso musulmán sobre el complejo.
Israel ha dicho en repetidas ocasiones que no tiene intención de cambiar el status quo que permite a los judíos visitar el sitio, pero la oración no musulmana está prohibida.
Los ataques palestinos casi diarios y los enfrentamientos entre soldados israelíes y palestinos armados con piedras no han alcanzado la intensidad de levantamientos palestinos pasados, pero la rápida escalada ha avivado la posibilidad de una tercera "Intifada".