Por Blanca Rodríguez
MADRID (Reuters) - Las estrategias de los partidos ante el bloqueo político que mantiene a España con un Gobierno en funciones desde hace nueve meses eclipsaron el viernes el último día de campaña antes de las elecciones autonómicas de este domingo en Galicia y el País Vasco.
Lejos de servir para ayudar a desbloquear la situación, la campaña electoral para la doble cita con las urnas se ha convertido en el escenario donde los líderes se han reafirmado en unas posiciones que podrían volver a llevar a los españoles en diciembre a unas terceras elecciones generales en un año.
A la espera de conocer unos resultados que se leerán en clave nacional, todos los partidos tendrán que empezar a enseñar sus cartas definitivas a partir del lunes, cuando quedará apenas un mes para que se cumpla el plazo para la disolución automática de las Cortes y la convocatoria de nuevos comicios.
En Galicia está en juego la mayoría absoluta del Partido Popular, la única que queda en una autonomía tras la fragmentación política que ha sufrido el país en los últimos dos años, mientras que el País Vasco pondrá a prueba la capacidad para sellar pactos del previsible ganador, el Partido Nacionalista Vasco.
Sin embargo, a pocas horas del fin de las dos semanas de campaña, la actualidad política giraba el viernes en torno al nuevo intento del líder del PSOE, Pedro Sánchez, de liderar un Gobierno alternativo al de Mariano Rajoy, pese a que destacados líderes autonómicos socialistas hayan abogado públicamente por ejercer la oposición.
"AMBICIÓN DE SILLONES"
Su llamamiento a Podemos y a Ciudadanos a levantar sus vetos cruzados y apoyarle provocó el viernes todo tipo de reacciones, con el líder de este último partido, Albert Rivera, calificando de "inviable" su propuesta.
"España no está bloqueada por diferencias políticas, sino por ambición de sillones", afirmó el viernes en un desayuno informativo en Bilbao, añadiendo que Sánchez no puede contar con C's si quiere "sumar con los nacionalistas y confluencias populistas".
Desde Podemos, sin embargo, su líder Pablo Iglesias sí recogió el guante de Sánchez y vio posible sacar adelante un Gobierno alternativo al del PP buscando un pacto de investidura con otras formaciones.
En todo caso, Sánchez no tiene ni siquiera asegurado el respaldo de su propio partido, donde las tensiones generadas por la fuerte caída en sus votos anticipan un tenso comité federal una semana después de las elecciones autonómicas.
Desde el PP, la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, le instó a dejar gobernar a Rajoy por haber sido el más votado y el que más estabilidad daría al país y a no tratar de liderar un "gobierno Frankenstein".
"El señor Pedro Sánchez lo tiene en su mano. Cualquier otro tipo de negociación no sé si sería buena o mala para el Partido Socialista, pero desde luego sería muy mala para este país", declaró el viernes tras la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.