Por Katrina Hamlin
HONG KONG (Reuters Breakingviews) - El descontento cíclico es el coste de la procrastinación de la élite de Hong Kong. Los precios de las viviendas han subido y los ricos se han vuelto más ricos, mientras las autoridades hongkonesas retienen altas partidas presupuestarias. El objeto central de la actual serie de protestas de la región administrativa china es la resistencia a la influencia de Pekín, pero la pertinaz indiferencia del Gobierno local a las desigualdades desde el anterior episodio de disturbios en 2014 ha avivado las llamas.
Ninguna de las exigencias de los manifestantes apunta al dinero. Lo que desató su ira fue una inoportuna propuesta legal de permitir la extradición a China, tras lo cual la lista se ha ido ampliando para incluir el sufragio universal y una investigación sobre la conducta de la policía.
Sin embargo, los problemas económicos han alimentado el descontento, especialmente entre los jóvenes hongkoneses que forman la primera línea de combate en las manifestaciones a favor de la democracia. Cuando Carrie Lam, la dirigente de Hong Kong respaldada por Pekín, asumió el cargo en 2017, la brecha de la riqueza en la ciudad había alcanzado su mayor nivel en más de cuatro décadas. A pesar de las señales de alarma, la autoridad no ha logrado mejorar las perspectivas.
En 2018 un trabajador medio ganaba alrededor de 38.000 dólares (unos 34.000 euros) al año, lo que equivale al 4% de la remuneración de un directivo en el grupo de inversión local CK Hutchison. El precio medio de la vivienda es 19 veces mayor que los ingresos medios de una familia, y en la mayoría de los casos sus dimensiones son reducidas.
Por su parte, a las familias poderosas se les ha permitido aumentar su control sobre casi todos los aspectos de la vida económica. Por poner un ejemplo, los propietarios de las cadenas de supermercados Wellcome y Park'n'Shop acumulan una cuota de mercado combinada del 71%.
Al igual que sus predecesores, Lam prometió crear empleos y viviendas asequibles. Es cierto que ha introducido un moderado aumento en el gasto. Sin embargo, su controvertido plan de abordar la crisis de la vivienda mediante la construcción de islas artificiales no estará listo hasta dentro de más de una década.
Después de semanas de protestas, la autoridad de Hong Kong dio a conocer el jueves sus planes para estimular una economía debilitada, que incluye subsidios para los más desfavorecidos. Sin embargo, las limosnas no despejarán las calles. Las discrepancias sobre la relación de la región administrativa especial con Pekín son profundas y atañen a todas las clases sociales. Así y con todo, abordar la degradación de la calidad de vida ha de ser el siguiente paso a dar cuando los manifestantes finalmente regresen a sus hogares.
El aumento de la generosidad del sistema de bienestar social contribuyó a aplacar los ánimos tras los disturbios más violentos acaecidos en Hong Kong en 1967, cuando todavía era una colonia británica. En estos momentos las arcas de la ciudad atesoran unos 2 billones de dólares hongkoneses (240.000 millones de euros), suficiente potencia de fuego para reformar los sistemas de vivienda pública, atención sanitaria y educación. De no llevarse a cabo, es poco probable que una nueva tregua dure por mucho tiempo.
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(La autora es columnista de Reuters Breakingviews. Las opiniones vertidas en esta columna son responsabilidad exclusiva suya)
(Editado por Pete Sweeney y Sharon Lam; Traducido por Darío Fernández en la redacción de Gdynia)