Por Marine Pennetier y John Irish
BIARRITZ, Francia (Reuters) - Los líderes mundiales que se reunirán este fin de semana en la localidad costera de Biarritz están divididos en torno a bastantes asuntos, pero el país anfitrión, Francia, espera que la famosa cocina local ayude a digerir los desacuerdos.
El presidente Emmanuel Macron quiere establecer un tono informal en la cumbre del Grupo de los Siete con los líderes de Reino Unido, Canadá, Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos, después de que la reunión del año pasado en Quebec terminara en un caos, poniendo de manifiesto las tensas relaciones entre Washington y sus principales aliados.
Un equipo de cuatro chefs con estrellas Michelin (PA:MICP), entre ellos Andree Rosier, de la cercana ciudad de Bayona, preparará comidas utilizando productos locales, pero los menús seguirán siendo un secreto de Estado hasta que los líderes se sienten a cenar el sábado por la noche.
"La gastronomía siempre ha sido parte de la diplomacia", dijo Vincent Jumert, segundo mayordomo del Palacio del Elíseo. "Estamos aquí para que sea un momento agradable alrededor de una buena mesa, con buenos vinos locales, para que este momento pueda aliviar algunas pequeñas tensiones o problemas que puedan existir", agregó.
"Ese es el objetivo de la gastronomía: reunirse alrededor de la mesa para resolver problemas que son más complicados de resolver en diferentes circunstancias", dijo Jumert.
En total, unos 24 líderes y jefes de organizaciones internacionales se reunirán en Biarritz, una elegante ciudad con vistas idílicas de la costa atlántica y las montañas de los Pirineos, después de que Macron decidiera ampliar los debates más allá del formato del G7.
Hay mucho en su menú de trabajo que podría producirles indigestión, como las divisiones en torno al comercio, el clima, el acuerdo nuclear con Irán y, en los últimos días, los incendios forestales en la selva amazónica de Brasil.
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Elegir un menú para los líderes ha demostrado ser un desafío diplomático en sí mismo. El principal chef de la presidencia francesa, Guillaume Gomez, pasó dos meses negociando con sus colegas extranjeros para tener en cuenta las alergias y preferencias alimentarias antes de acordar el menú final.
(Editado en español por Lucila Sigal y Darío Fernández)