Por Blanca Rodríguez
MADRID (Reuters) - Los electores gallegos y vascos acuden el domingo a las urnas en un momento crucial para el escenario político español, que permanece en 'stand by' desde hace nueve meses y que se agarra a la difusa esperanza de que estos resultados autonómicos contribuyan de algún modo a romper el bloqueo nacional.
Sin embargo, salvo sorpresas o grandes vuelcos electorales, la doble cita con las urnas podrían tener un nulo efecto en el arranque de la legislatura en Madrid, si los cuatro grandes partidos nacionales mantienen sus posiciones y vetos cruzados que sitúan al país camino de unas terceras generales en un año.
El propio presidente del Gobierno en funciones y líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha pasado de demonizar la posibilidad de volver a las urnas en diciembre a decir durante la campaña que "si hay que volver a ir, se va, y se van a volver a ganar con muchos más votos".
De momento, Galicia someterá el domingo a examen la mayoría absoluta del PP en su feudo más fiel, así como la fuerza del movimiento de las Mareas en las que está integrado Podemos, mientras que el País Vasco pondrá a prueba su deriva soberanista y capacidad para sellar pactos en una Cámara muy fragmentada.
En ambos territorios, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, medirá la capacidad de resistencia de los socialistas casi como si él fuera el candidato, ya que un posible batacazo de los suyos le meterá presión ante su partido, donde existen serias discrepancias sobre su "no es no" a Rajoy.
El objetivo a evitar es el temido "sorpasso" de Podemos en estas comunidades, algo que logró conjurar Sánchez tanto en las generales del pasado diciembre como en las posteriores de junio.
Por su parte, Ciudadanos parte en estos comicios con las expectativas más bajas de las cuatro grandes formaciones nacionales y su objetivo se limita a lograr representación en ambos parlamentos autonómicos.
LECTURA NACIONAL
Las dos convocatorias electorales y sus encuestas se analizan con una lupa que trasciende el ámbito autonómico y el domingo por la noche, la lectura nacional de sus resultados será inevitable e inmediata.
Si Alberto Núñez Feijóo logra mantener su mayoría absoluta para encabezar un tercer mandato consecutivo en Galicia, Rajoy saldría reforzado, mientras que perder el poder en su territorio natal supondría sin duda un duro golpe para el PP.
Está por ver también si En Marea, confluencia de nacionalistas gallegos con Podemos e Izquierda Unida, logra adelantar a los socialistas después de que la formación liderada por Pablo Iglesias en Madrid perdiera un millón de votantes entre las generales de diciembre y las de junio.
Por el contrario, si el socialista gallego Xaquín Fernández Leiceaga aguanta el tipo, podría incluso llegar a liderar un gobierno alternativo si el PP no revalida su mayoría absoluta.
En el País Vasco, algunos analistas se han hartado de asegurar que los cinco diputados del PNV en el Congreso podrían hacer presidente a Rajoy en una eventual nueva sesión de investidura si Urkullu necesitase a los representantes autonómicos del PP para seguir gobernando.
Aunque el PNV no ha querido durante la campaña desvelar sus cartas sobre con quién intentará pactar tras las elecciones, sí se ha esforzado en señalar que en cualquier caso no contempla apoyar una investidura de Mariano Rajoy tras el 25-S.
Lo que es seguro es que las formaciones partidarias del derecho a decidir ganarán peso en la nueva Cámara de Vitoria, con un descenso de los apoyos tanto al PSOE como al PP.
(Editado por Tomás Cobos)