Por Letitia Stein
PARKLAND, Florida (Reuters) - Después de gritar en la televisión nacional que el presidente Donald Trump "por favor haga algo" para evitar otro tiroteo en una escuela como el que acababa de matar a su hija, Lori Alhadeff se puso manos a la obra.
Alhadeff se sintió impotente cuando los disparos silenciaron a Alyssa, de 14 años, el 14 de febrero de 2018. Pero en el año en que 17 personas murieron en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, Alhadeff se presentó como candidata a la junta escolar del condado y ganó. Fundó una organización sin ánimo de lucro. Recaudó dinero para equipar escuelas con cristales a prueba de balas y material médico de emergencia para detener el sangrado.
El miércoles, estuvo en Nueva Jersey, donde vivía antes, para ver cómo el gobernador firmaba la "Ley de Alyssa", que lleva el nombre de su hija. Espera que otros estados se unan a la medida, que exige que las escuelas tengan alarmas silenciosas de pánico para avisar a las autoridades en caso de emergencia.
"No tuve el control el 14 de febrero. Y como madre, cuando tienes hijos, necesitas control", dice Alhadeff en una entrevista con Reuters. "Pero ahora tengo el control. Tengo este poder, y estoy utilizando ese poder utilizando mi voz".
Alhadeff se encuentra entre los padres de Parkland que han canalizado su angustia hacia la acción. En lugar de recitales de danza, partidos de fútbol y actuaciones de bandas de música, sus agendas incluyen ahora viajes activistas a las asambleas estatales, el Congreso de Estados Unidos y la Casa Blanca.
Algunos formaron parte de una comisión estatal que analizó el tiroteo en Parkland, documentando cada fallo antes y después del disparo de la primera bala en un edificio de estudiantes de primer año. Otros se han metido en la política de partidos para hacer campaña por los candidatos locales y federales que se comprometen a hacer más por la seguridad escolar.
Para Fred Guttenberg, luchar por el control de armas es una manera de sobrellevar la situación cuando piensa en los momentos finales de su hija, Jaime, que corrió por un pasillo con un tirador detrás de ella.
"Lo que descubrí este año es que todavía tengo la necesidad de ser el padre de Jaime", dice. "No voy a dejar de hablar sobre mi hija y sobre lo que significó para mí, y lo que los momentos sin ella significan para mí".
El éxito puede resultar tan satisfactorio como vacío.
"No me devuelve a mi hijo", dice Max Schachter, quien se dedicó a identificar las mejores prácticas para la seguridad escolar después de que su hijo, Alex, muriera con la hija de Alhadeff en la clase de lengua.
Alhadeff, de 43 años, organizaba su vida en torno a los equipos de fútbol de sus hijos. Ahora ocupa su tiempo entre actos escolares y las actividades para la organización sin fines de lucro Make Our Schools Safe, que fundó después de la muerte de Alyssa.
"Sé que ella me diría, si me quedara tumbada en la cama: 'Mamá, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué estás perdiendo el tiempo? Tienes que salir y luchar por mí'", dice Alhadeff.
MADRE POR EL CAMBIO
Como madre de tres niños y ama de casa, Alhadeff se autodenominaba en broma "asistente personal de Alyssa". Llevaba a su hija en coche al cine, a la playa y a eventos deportivos, e incluso colocaba sus zapatos con los cordones girados para que ella solo tuviera que deslizar los pies dentro.
Mientras sus hijos estaban en la escuela, Alhadeff jugaba al tenis y compraba en la tienda. Para apoyar los equipos de sus hijos, vendía galletas y Gatorade durante sus partidos de fútbol.
El mes pasado, Alhadeff lloró al recordar todo esto. Estaba de nuevo viendo un partido de fútbol, de su hijo mediano, en el mismo sitio donde jugó su hermana. Lleva el número 8 de Alyssa en su camiseta.
Era en un parque cercano donde Alhadeff le pidió a un periodista un micrófono después del tiroteo en la escuela, poco después de hacer los planes para el funeral de su hija.
Abrumada por el dolor, le rogó a Trump en una transmisión en vivo de la CNN que tomara medidas porque dijo que él era la persona más poderosa que se le ocurría.
A fines del año pasado, Alhadeff formó parte de un grupo de padres de Parkland para reunirse con Trump en la Casa Blanca y hablar sobre una comisión de seguridad nacional que se creó después del tiroteo.
Su ira se ha calmado, dice, mientras se concentra en la seguridad escolar en la Junta Escolar del Condado de Broward, donde solicita la destitución del superintendente al cargo cuando su hija fue asesinada en la escuela.
"No me veo como un político", dice Alhadeff. "Me veo a mí misma como una madre que quiere cambiar las cosas".
Ha planeado un día completo para celebrar el aniversario de la muerte de Alyssa: oraciones en la tumba, almuerzo en casa, un evento de limpieza en la playa favorita de Alyssa y en un homenaje de la comunidad. Mantenerse ocupada es mejor que tener demasiado tiempo para pensar, dice.
Pero en momentos de tranquilidad, cuando necesita sentirse cerca de Alyssa, Alhadeff se echa perfume de la botella rosada de Victoria's Secret de su hija. Lleva la sudadera gris de su hija con manchas blancas, que Alyssa destiñó por error.
"Sólo trato de vivir por ella", dice.
(Información de Letitia Stein; traducido por Tomás Cobos en la redacción de Madrid)