Por Ellen Wulfhorst
NUEVA YORK (Thomson Reuters Foundation) - Cuando Marilyn Loden se sentó en un comité llamado "Mirror, Mirror on the Wall" hace 40 años, se cansó de escuchar decir a las mujeres que su imagen negativa sobre ellas mismas las impedía avanzar en el trabajo.
Cuando llegó su turno para hablar, no estuvo de acuerdo y en su lugar describió otra barrera invisible además del espejo.
"Eso es el techo de cristal", dijo, y nació el término.
Cuatro décadas después, el "techo de cristal" es una frase que resulta familiar, pero el número de mujeres presidentas de las compañías que figuran en Fortune 500 ronda el cinco por ciento y la mayoría de las naciones nunca han tenido una mujer como líder.
"Si me hubieras preguntado hace 40 años si pensaba que hoy estaríamos teniendo esta conversación, hubiera dicho absolutamente que no. Pero lo estamos", dijo Loden, de 71 años, una consultora administrativa asentada en California, a la Fundación Thomson Reuters en una entrevista.
"Va a tomar más tiempo, y va a ser quizás un poco más doloroso de lo que se predijo".
Loden recordó que ella acuñó la frase "techo de cristal" sin mucha previsión, diciendo que "de alguna manera surgió".
Pero los medios de comunicación de Nueva York asistieron a esa conferencia en 1978, por lo que, a medida que el término comenzó a aparecer en la prensa, ella apostó por reclamarlo.
Autora de libros como "Liderazgo femenino", "Cómo triunfar en los negocios sin actuar como un hombre" e "Implementación de la diversidad", Loden sigue hablando de temas como romper el techo de cristal y las diferencias de género en el liderazgo.
Cuatro décadas después, dijo que está animada y desanimada.
"Por un lado, me sorprende el talento increíble que tienen las mujeres y su capacidad de tener éxito en muchos campos y en muchas profesiones en las que no son bienvenidas", dijo.
"Pero también estoy desanimada por la lentitud de los cambios en las cúpulas de las organizaciones", añadió.
Los hombres, las mujeres y las instituciones deben reconocer los prejuicios y suposiciones inconscientes que mantienen a las mujeres fuera de los puestos de poder, la toma de decisiones y el liderazgo, dijo.
La sociedad culpa a las mujeres por no esforzarse más y critica su asertividad, mientras que las empresas etiquetan a las madres trabajadoras con problemas de tiempo como poco serias respecto a sus carreras, dijo.
Pero añadió que no ayudaba el hecho de que pocas mujeres en la cima levaran a otras mujeres con ellas.
"Lo que creo que toda mujer que está en una posición de liderazgo debería estar haciendo ahora es abogar por un cambio para las mujeres", dijo.