Por Laila Kearney
FLAGLER COUNTY, EEUU (Reuters) - Por las carreteras bordeadas por árboles del condado de Flagler, en el norte de Florida, media docena de camiones de carga van y vienen a lo largo de la costa atlántica para descargar miles de toneladas de arena en una playa local.
Reemplazar la arena que se han llevado las olas y el viento es fundamental para proteger los negocios y hogares costeros, así como los ingresos que proporcionan al turismo los habitantes del norte que buscan refugiarse del frío en el soleado estado.
Reunir suficiente arena a un precio adecuado y a tiempo para la temporada alta de turismo se ha vuelto mucho más difícil tras un año de fuertes tormentas que trajo Irma, el huracán más potente que ha golpeado el estado en más de una década y que ha dejado daños valorados en más de 50.000 millones de dólares.
Los costes del llamado reabastecimiento de las playas son solo una fracción del total de cientos de millones de dólares, pero una medida crucial para la industria turística, que mueve 67.000 millones de dólares de Florida. Y mientras que las necesidades de arena crecen, no hay suficientes cantidades para cubrir la demanda.
"Es como si comparas el lento progreso de una caries con una pelea en la que alguien te arranca los dientes de una vez de un golpe", dijo el administrador del condado de Flagler, Craig Coffey, refiriéndose a la arena perdida durante Irma y el huracán Matthew, los cuales azotaron la costa de Florida en octubre de 2016.
Con el litoral más largo de cualquier estado de EEUU continental, se está gastando más dinero y tiempo en las playas de Florida - en agrandar y construir dunas - que en ningún otro estado.
Pero tras siete décadas de reconstrucción de sus playas, el estado ahora afronta dificultades por la falta de arena, la subida de los costes y los escasos fondos públicos aun durante los años más tranquilos. La rápida sucesión de tormentas vigorosas hace que los desafíos sean aun más difíciles.
(Información de Laila Kearney. Traducido por Carla Raffin.)