Por John Davison
BEIRUT, 23 nov (Reuters) - Rose Rostom, Nahida Mashouz y Ammar Hajeh han visto sus vidas desarraigadas muchas veces: por militantes palestinos, aviones de guerra sirios, el Estado Islámico, fuerzas respaldadas por Occidente o el ejército israelí.
Entre ellos han huido de sus hogares unas 20 veces, la última tras los enfrentamientos fronterizos entre las fuerzas israelíes y el grupo Hezbolá, respaldado por Irán, desencadenados por la guerra de Israel contra los militantes de Hamás en Gaza.
Rostom es libanesa, Mashouz es refugiada siria y Hajeh es refugiado palestino.
Los bombardeos israelíes obligaron a Rostom a abandonar su hogar en el sur del Líbano y a Mashouz su alojamiento temporal en las cercanías. Hajeh ha huido de su abarrotado campo de refugiados cuatro veces este año durante los combates entre grupos militantes.
Sus circunstancias difieren, pero a los tres les preocupa el futuro de un país que se ha visto sacudido repetidamente por luchas civiles y que se encontraba en una situación desesperada y atormentada por las tensiones sociales incluso antes de que los últimos episodios de violencia agravaran los problemas económicos.
Desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamás hace siete semanas en Gaza, los enfrentamientos en la frontera libanesa con Israel han desplazado a casi 50.000 personas, según cifras de la ONU, y al menos 13 civiles han muerto en Líbano, según las autoridades libanesas.
"Comenzó la guerra de Gaza, Hezbolá empezó a disparar contra Israel y luego empezaron a caer obuses alrededor de nuestra casa. El conflicto me echó de casa por tercera vez en mi vida", dijo Rostom.
Ella, su marido, sus dos hijos y sus nietos viven ahora en casa de su cuñado, en la ciudad costera de Sidón. Durante la guerra civil libanesa de la década de 1980 se mudó dos veces, una por los bombardeos israelíes y otra huyendo de los ataques de militantes palestinos.
Mashouz abandonó la ciudad siria de Raqqa cuando estaba en manos del Estado Islámico, y se marchó poco antes de que su casa fuera bombardeada cuando las fuerzas respaldadas por Estados Unidos iniciaron un asalto.
Los bombardeos israelíes de este mes junto al edificio donde ella y su familia vivían, en una zona cercana a la casa de Rostom -un grupo de ciudades en la frontera entre Líbano e Israel- hirieron a su hija adolescente.
"Pensábamos que por fin habíamos encontrado una vida estable en el sur de Líbano. Esas esperanzas se han hecho añicos. No sabemos adónde ir", dijo, hablando desde una casa abarrotada en el valle de la Bekaa donde también se refugiaban otras tres familias sirias recién desplazadas.
UN ESTADO EN APUROS
Líbano es un país de desplazados perpetuos.
La afluencia de palestinos tras la creación de Israel en 1948 contribuyó a desencadenar la guerra civil libanesa décadas después, redibujando su mapa sectario a medida que la gente huía de los combates. La guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá desplazó a cientos de miles de personas.
La llegada de 1,5 millones de refugiados sirios durante la guerra civil de Siria, que comenzó en 2011, supuso una nueva presión para Líbano, y se extendió a Europa a medida que los refugiados migraban a través de peligrosas rutas marítimas.
Los desplazamientos recientes son menos numerosos, pero es probable que aumenten si el conflicto continúa, y esta vez el país está menos preparado.
El colapso financiero de 2019 destruyó la economía libanesa y dejó sus instituciones en ruinas. Los ataques y proyectiles israelíes han destruido tierras de cultivo y viviendas, acabando con ingresos, ahorros y puestos de trabajo.
"La tienda de repuestos de coches de mi marido ha cerrado ahora durante los combates", dijo Rostom, comprobando las noticias para ver si su casa estaba entre las últimas alcanzadas por los cohetes.
Otra familia libanesa, cuya casa fue destruida por un cohete, dijo que no pueden permitirse renovaciones y se quedaron sin hogar.
Los tres hijos de Mashouz han perdido su trabajo en una panadería local por mudarse. El tratamiento hospitalario de su hija herida prácticamente ha acabado con sus ahorros.
"Nos quedan 750 dólares", dijo Mashouz.
Jacob Boswall, Jefe del Equipo de Análisis de Crisis del Líbano en la agencia de ayuda Mercy Corps, dijo que el Líbano se estaba esforzando por absorber este último golpe.
"Si nos fijamos en el plan de contingencia del gobierno, no tiene dinero para hacer frente a esto desde un punto de vista central (...) es toda una serie de diferentes presiones sobre el Estado", dijo.
¿QUÉ PASA CON NOSOTROS?
Aumenta la tensión entre la población local y los refugiados.
El ministro de Información, Ziad Makary, declaró este mes que Líbano estaba sufriendo un éxodo de libaneses y se veía agobiado por los sirios. "Estamos perdiendo lo mejor y recibiendo lo peor", afirmaba en declaraciones recogidas por los medios de comunicación locales.
Charbel Alam, barbero en la ciudad meridional de Rmeish, que es golpeada regularmente por bombardeos, dijo que se ha quedado para detener a los refugiados sirios que, según él, intentan instalarse en casas abandonadas.
"Hemos formado grupos para impedirlo", dijo, sin dar más detalles. "Las organizaciones internacionales están ayudando a los sirios, pero ¿qué pasa con nosotros?".
Sirios y palestinos vuelven a mirar a Europa.
Hajeh, el refugiado palestino, abandonó el campo de refugiados de Yarmouk, en Siria, en 2013 bajo las bombas de los aviones de guerra sirios.
En Ain El Hilweh, un campo palestino en el sur de Líbano donde Hajeh vive ahora, él, su madre y su hermana dependen de 250 dólares al mes en ayuda de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, dice.
El trabajo escasea y ha huido de su apartamento para alojarse con familiares fuera del campamento 15 veces desde 2013 durante los enfrentamientos entre facciones palestinas rivales.
Dice que el racismo antipalestino y sirio se está intensificando, y le preocupa que cuando termine la guerra de Gaza, las luchas internas entre facciones palestinas se reanuden en Ain El Hilweh.
"A la gente no le gustamos, no le gustan los sirios, y los hombres armados palestinos volverán a enfrentarse en algún momento", afirma.
"Todos quieren marcharse. Están dispuestos a tomar la ruta marítima".
(Editado en Español por Ricardo Figueroa)