Por Parisa Hafezi y William Maclean
DUBÁI (Reuters) - Millones de iraníes votaban el viernes en unas disputadas elecciones presidenciales, y esperaban en largas colas para elegir entre Hasan Rohani, el actual presidente que quiere normalizar las relaciones con Occidente, y un juez conservador respaldado los por sectores duros.
"Todo el mundo debería votar en estas importantes elecciones... El destino del país lo decide la gente", dijo el líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei al votar en Teherán mientras se formaban largas colas a lo largo del estado, de 80 millones de habitantes.
En una advertencia que refleja las tensiones políticas ante las señas que indican lo inesperadamente ajustado de la carrera presidencial, Rohani ha instado a la poderosa élite iraní de los Guardianes de la Revolución, que se cree que apoyan a su opositor conservador Ebrahim Raisi, a que no se inmiscuyeran en la votación.
Las sospechas de que los Guardianes y la milicia Basij bajo su control falsificasen los resultados de los comicios a favor de Mahmud Ahmadineyad llevó a ocho meses de protestas a nivel nacional en 2009. Docenas de personas murieron y cientos fueron arrestadas, según asociaciones para la defensa de los derechos humanos, en el peor momento de tensión que ha golpeado a la república islámica.
"Estoy de camino a votar a Rohani. Me gusta su política de distensión con el mundo. Sé que no es un reformista, pero a quién le importa. Lo que importa es que no es Raisi", dijo el empleado del Gobierno Yusef Ghaemi, de 43 años, por teléfono desde la ciudad de Kermanshá, en el oeste.
"Yo he votado ya. Voté por Raisi porque es un seguidor del imán Jamenei. No se enfrentará al líder (Jamenei) si resulta elegido. Protegerá nuestra identidad islámica", dijo Mehran Fardust, de 36 años, que dirige una tienda cerca del santuario del Imán Reza, en la ciudad sagrada de Mashhad, ciudad natal de Raisi.
Raisi, de 56 años, y Rohani, de 68, intercambiaron acusaciones de corrupción y brutalidad en los debates televisivos con un ímpetu que no se había visto desde la Revolución Islámica de 1979. Ambos niegan las acusaciones de su oponente.
"De los Guardianes de la Revolución a los líderes de las plegarias de los viernes, la élite conservadora, la parte no elegida de la clase dirigente, apoya a Raisi", dijo un exoficial iraní a Reuters.
"Pero es una elección arriesgada. Podría causar protestas similares a las de 2009, ya que diferentes sectores de la sociedad, que buscan la evolución de los líderes, se han unido contra Raisi".
Los Guardianes esperan que una victoria de Raisi les dará la oportunidad de restablecer el poder político y económico perdido en la compleja estructura teocrática y de república del Gobierno chií de Irán desde 2015, cuando el país alcanzó un acuerdo nuclear con las potencias mundiales que acabó con su aislamiento internacional.