Por Gabriela Baczynska y Alastair Macdonald
LA VALETA (Reuters) - Los líderes de la Unión Europea se reúnen el viernes en Malta para aprobar los planes con los que impedir una nueva oleada de inmigrantes por mar a Italia desde África, pero son conscientes de que la anarquía en Libia hace improbable que se halle una solución rápida.
La primera ministra británica, Theresa May, acudirá pese a los planes de iniciar el mes próximo las conversaciones para sacar a Reino Unido de la UE, lo que hará recordar que el país, junto con Francia, es una de las principales potencias militares del bloque y de los primeros donantes de ayuda a África, y que Bruselas debe seguir cooperando con Londres después del Brexit.
May también informará a sus 27 colegas de su visita de la semana pasada al presidente estadounidense, Donald Trump, cuyo respaldo al Brexit, dudas sobre el libre comercio, freno a los refugiados y efusión hacia Rusia han despertado las alarmas en Europa. La líder británica podría sufrir algo de frialdad entre sus homólogos europeos por su premura en ir a abrazar a Trump, aunque algunos dirigentes del este de Europa también hayan mostrado su entusiasmo hacia él.
El presidente francés, François Hollande, dijo que los gobiernos europeos deberían permanecer juntos por su propia seguridad en lugar de buscar favores especiales de Washington.
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo: "Europa tiene su destino en sus propias manos. Cuanto más claro tengamos cómo definir nuestro papel en el mundo, mejor podremos cuidar nuestras relaciones transatlánticas".
Un acuerdo con Turquía el año pasado redujo a la mitad el flujo de refugiados que había llevado a un millón de inmigrantes a Alemania vía Grecia. Ahora l
La UE vuelve su vista hacia Italia, donde un récord de 181.000 personas llegaron en 2016, la mayoría de ellos, se cree, buscando trabajo y sin necesidad de asilo.
Los riesgos que estas personas corren en las aguas en torno a Malta tras cruzar el Sáhara - más de 4.500 ahogados el año pasado - serán subrayados cuando los líderes renueven sus promesas de ayudar mejor a los africanos para que no tengan que abandonar sus países.
La hostilidad hacia la inmigración ha reforzado los movimientos nacionalistas y antieuropeístas, creando un potente incentivo para que líderes como Merkel, que afronta la reelección, quiera parecer tener todo bajo control.
"NO HABRÁ BAZUCAS"
Los líderes de la UE reconocen que no pueden replicar con Libia el acuerdo al que llegaron con Turquía para devolver a los demandantes de asilo. Como recordó la agencia de refugiados de la ONU, Libia no es un lugar seguro desde la caída de Muamar el Gadafi en 2011.
"No habrá bazucas", dijo un alto cargo de la UE, descartando que, en este momento, el bloque pueda implicarse más directamente en el manejo de los demandantes de asilo dentro de África.
Eso deja a la UE intentando reforzar al débil gobierno de Trípoli, respaldado por la ONU y encabezado por el primer ministro Fayez Seraj, que se encontraba en Bruselas y Roma el jueves para intentar obtener promesas de fondos y ayuda para entrenar y reforzar a sus fuerzas fronterizas y costeras.
Además de intentar frenar a las bandas de traficantes de personas, la UE pretende deportar a quienes no superen un proceso de demanda de asilo en Italia, usando sus fondos para hacer frente a la resistencia entre los países africanos para aceptar de nuevo a esas personas.
Las deportaciones podrían no ocurrir nunca a gran escala, pero las autoridades de la UE argumentan que una mayor visibilidad a la posibilidad de ser deportado podría disuadir a muchos inmigrantes a la hora de emprender el viaje.