Por Lisa Rapaport
(Reuters Health) - Las personas que superan un cáncer son menos propensas a adoptar una dieta saludable que el resto de la población, en especial cuando se trata de verduras y granos integrales.
Un equipo de Estados Unidos analizó la alimentación de unos 1500 supervivientes oncológicos y de 3000 personas que nunca habían desarrollado un tumor para categorizarlos según el nivel de adhesión a las recomendaciones alimentarias del país.
Ninguno de los grupos comía bien, pero los ex pacientes oncológicos tendían a tener hábitos menos nutritivos que el resto de los participantes, según publican los autores en Cancer.
La autora del estudio, doctora Fang Fang Zhang, investigadora especializada en nutrición de Tufts University, Boston, dijo por e-mail que los resultados son preocupantes por la importancia de la nutrición en la prevención de las enfermedades y porque los malos hábitos alimentarios exacerban muchas enfermedades crónicas comunes en las personas que superan un cáncer.
"Es notable que la alimentación subóptima siga siendo una carga para los supervivientes oncológicos", destacó. "No consumir fibra suficiente e ingerir demasiadas calorías vacías son factores de riesgo de muchas enfermedades crónicas".
Los datos surgen de los adultos que participaron de las encuestas de salud de Estados Unidos entre 1999 y el 2010; el equipo se concentró en los hábitos alimentarios y el consumo de granos refinados, sal y calorías vacías.
Luego, categorizaron los estilos alimentarios de acuerdo a una puntución: las dietas con porciones adecuadas de todos los alimentos recomendados y sin productos no nutritivos recibieron 100 puntos.
Los supervivientes oncológicos alcanzaron un promedio de 47,2 puntos, mientras que el resto obtuvo un resultado algo más alto: 48,3 puntos. Los primeros recibieron menos puntos debido a que consumían más calorías vacías, grasas sólidas, alimentos dulces y alcohol, y menos vegetales.
Desafortunadamente, los autores ignoraban la fecha del diagnóstico del cáncer o los tratamientos usados. El estudio tampoco detalla si la alimentación varió tras el diagnóstico.
Samantha Heller, nutricionista del Centro Médico Langone de New York University, y que no participó del estudio, comentó que hay algunos ex pacientes oncológicos que tienen problemas alimentarios debido a los efectos residuales de los tratamientos o de los tumores que pudieron superar.
Eso incluye la alteración del gusto, la pérdida del apetito y la fatiga, que disminuyen el interés o la capacidad para preparar comidas sanas.