Por Vivian Sequera y Deisy Buitrago
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, enfrentaba el lunes una nueva ola de condena internacional después de haber sido reelegido en unos comicios denunciados por sus críticos como una "farsa" para legitimar su régimen autocrático.
Pese a su baja popularidad y la severa crisis que sufre el país petrolero, Maduro, un exconductor de autobús de 55 años, se impuso con comodidad a dos rivales poco reconocidos debido a la ausencia de las principales figuras opositoras en los comicios, la prohibición contra algunos partidos y ayudado por la entrega de alimentos subsidiados y bonos.
Las elecciones registraron la menor participación en más de dos décadas, según el encuestador Félix Seijas, y Maduro obtuvo 1,7 millones de votos menos que en la elección anterior en 2013.
Sus dos contrincantes, el exgobernador Henri Falcón y el pastor evangélico Javier Bertucci criticaron los resultados, denunciaron irregularidades y pidieron nuevas elecciones.
"¡La revolución llegó para quedarse!", exclamó un exultante Maduro después de haber sido declarado vencedor, ante miles de seguidores que festejaban, bailaban junto al palacio presidencial de Miraflores en Caracas, cantando "Vamos Nico".
Aunque no dio detalles, el presidente se comprometió a sacar a flote una economía que sufre un estancamiento, hiperinflación y una escasez crónica y enfrenta fuertes compromisos de deuda mientras su producción petrolera cae en picada.
"Si lo que podemos comprar ahora es yuca y sardina, con otros seis años con Maduro como presidente no comeremos nada, esa es la patria que nos han dado hoy los chavistas", se quejó la ama de casa Luisa Madrid, de 61 años, en la ciudad de San Félix, al sur de Venezuela.
"FARSA ELECTORAL"
Varios países han dicho que no reconocerán los resultados de las elecciones, incluyendo a Estados Unidos, que dijo el domingo que estudiaba nuevas sanciones sobre el vital sector petrolero, algo que podría complicar aún más a la economía monoexportadora venezolana.
"Al propio imperio yo le digo, en serio, bájale dos; imperio gringo, bájale dos", sostuvo Maduro en su discurso de victoria. "Ya basta de tanto ataque y amenaza".
Latinoamérica y la Unión Europea ya habían advertido que tampoco consideran democrático el proceso.
"La farsa electoral (en Venezuela) no cambia nada", escribió el domingo en Twitter, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.
Desde Chile, el gobierno pidió convocar un proceso electoral "verdaderamente libre" que respete los estándares mínimos de una democracia.
Chile "condena profundamente las acciones que ha perpetrado la dictadura instaurada por Nicolás Maduro, que no respeta las libertades más elementales de sus ciudadanos y ha desencadenado una tragedia política, económica, social y humanitaria", dijo la cancillería en un comunicado enviado el domingo por la noche.
En Europa, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, dijo a través de su cuenta oficial de Twitter que en los comicios venezolanos no se habían respetado los "mínimos estándares democráticos" y añadió que España estudiaría tomar las medidas oportunas con sus socios europeos.
El G20, que mantendrá una reunión de cancilleres el lunes en Buenos Aires, emitiría también una respuesta al resultados de los comicios venezolanos.
"No podemos arrodillarnos a ningún imperio. No podemos ir al Fondo Monetario como en Argentina. Ahora que la oposición deje gobernar. Ellos son los culpables de lo que está pasando aquí", dijo Ingrid Sequera, una voluntaria que trabajó en un punto de control oficialista tras haber perdido hace poco su trabajo en el Ministerio de Agricultura.