MANILA, 9 ene (Reuters) - Más de seis millones de devotos católicos de Filipinas acudieron este año a la procesión en honor del Nazareno Negro, convirtiendo las calles de la capital en un mar de granate y amarillo, en un gran despliegue de devoción religiosa.
La centenaria tradición de rendir homenaje a la estatua negra de madera de Jesucristo, a la que se atribuyen poderes curativos, atrajo a un gran número de católicos para participar en la procesión, que en los tres últimos años se canceló a causa del COVID-19.
"Estoy muy contento de que el viejo sistema haya vuelto y podamos hacer esto de nuevo", dijo Jonathan Rancho, de 52 años, quien viajó con su esposa y sus dos hijos desde la provincia de Bulacán a Manila para unirse a la procesión.
"Recé para que este año mejoren nuestros medios de subsistencia, espero que mi trabajo sea un éxito y que tengamos una vida próspera para poder cumplir mis obligaciones con mi familia", añadió Rancho.
Según las primeras estimaciones de la policía, a primera hora de la mañana había más de 830.000 personas congregadas, que más tarde aumentaron a 6,5 millones a lo largo del recorrido de 6 kilómetros de la procesión, según un responsable de la iglesia de Quiapo, donde se encuentra la estatua negra.
Se desplegaron miles de policías para garantizar el orden, ya que muchos de los devotos descalzos intentaron subir a la carroza que transportaba la estatua, que representa a Jesús cargando con una pesada cruz.
No se sabe por qué la estatua, tallada en México y llevada a Filipinas a principios del siglo XVII, se volvió negra. Pero un sacerdote filipino, monseñor Sabino Vengco, afirmó que la imagen es oscura hasta la médula porque está hecha de madera de mezquite.
Alrededor del 80% de los 110 millones de habitantes del país se identifican como católicos romanos, herencia de cientos de años como colonia española.
La procesión, que duró 15 horas, fue pacífica en general, aunque la Cruz Roja filipina dijo que cientos de personas necesitaron atención médica debido a heridas.
(Reporte de la redacción de Manila; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)