LLANUCES, España (Reuters) - Tras atender a las vacas todo el día, Pablo Pato barrió el suelo y se transformó, como una auténtica Cenicienta, en un experto patinador sin salir de su establo en el remoto pueblo montañoso de Llanuces, en el norte de España.
Con sus patines de amarillo intenso, este joven de 33 años acelera sobre el suelo de hormigón, sube a una plataforma especialmente diseñada para patinar, da un salto hacia atrás y aterriza frente a unos espectadores de mirada amable.
"Las vacas son mi público. Siempre me apoyan, nunca me abuchean", dice con una sonrisa.
De vez en cuando, cuando sus tareas y el duro clima de la montaña lo permiten, Pato abandona brevemente el pequeño pueblo de poco más de tres decenas de residentes para participar en competiciones regionales de estilo libre ante públicos humanos, pero no tiene otra forma de practicar que su granja ganadera.
"Es todo el día trabajo, trabajo, trabajo, y en mi tiempo libre hago lo que siempre he querido hacer. Siempre he hecho mucho deporte", dice Pato, cuyas otras aficiones incluyen hacer vídeos de él mismo patinando, o de los animales en la granja con el telón de fondo de las montañas. "No hay nada imposible, puedes hacer cualquier cosa".
En las paredes cuelgan varias de sus medallas pero aun así, cuando se le pregunta qué es más importante para él, las vacas o el patinaje, Pato responde de inmediato: "Las vacas".
(Información de Eloy Alonso; traducido por Tomás Cobos en la redacción de Madrid)