Por Nathan Layne y Brendan O'Brien
HARRISBURG, Pensilvania /LANSING, Míchigan, 18 ene (Reuters) - Las fuerzas del orden superaron el domingo con creces las cifras de partidarios Donald Trump congregados en el recinto del Capitolio de EEUU para manifestarse en apoyo del presidente saliente, en un clima de tensión por el temor a que las falsas afirmaciones del mandatario sobre fraude en las elecciones de noviembre puedan provocar nuevos brotes de violencia.
Más de una decena de estados activaron tropas de la Guardia Nacional para reforzar la seguridad de los edificios de sus capitolios después de una advertencia del FBI sobre manifestaciones con armas de fuego y extremistas de derecha incentivados por el ataque al Capitolio en Washington el pasado 6 de enero, que se saldó con cinco muertes.
La policía había preparado para el domingo como primer momento álgido de las nuevas protestas. El movimiento de extrema derecha antigubernamental "boogaloo" planeó hace semanas realizar manifestaciones en los 50 estados.
Sin embargo, el domingo por la noche solo hubo pequeñas concentraciones de manifestantes en las calles junto a una masa mucho mayor de agentes de policía y personal de los medios de comunicación.
"Hoy no ha habido nada y nos alegramos de que haya sido así", dijo Troy Thompson, portavoz del Departamento de Servicios Generales, la agencia que protege el capitolio de Pensilvania, en la ciudad de Harrisburg.
Decenas de miles de agentes de seguridad de la Guardia Nacional y de las agencias de orden público se trasladaron en los últimos días a Washington DC, para reforzar la seguridad antes de la ceremonia del miércoles, momento en que el presidente electo Joe Biden relevará al presidente republicano saliente Donald Trump.
La imagen de Washington como una fortaleza en peligro ha puesto en duda la orgullosa tradición estadounidense de las transiciones pacíficas de poder.
No está claro hasta qué punto la advertencia del FBI y la fuerte presencia de seguridad en todo el país este domingo llevó a los manifestantes a cancelar sus planes.
Algunas milicias y grupos extremistas dijeron a sus seguidores que se quedaran en casa, debido al aumento de la seguridad o el riesgo de que los eventos planeados se utilicen como trampas por parte de las autoridades.
Sólo unos pocos partidarios de Trump se presentaron en Harrisburg, incluyendo a Alex, un trabajador de 34 años de Hershey, Pensilvania, que dijo que había estado en el asedio del 6 de enero al Capitolio de los EEUU, pero que llegó a participar en el asalto al edificio. No quiso proporcionar su apellido.
Alex, que vestía una sudadera con capucha con la inscripción "Fraude 2020", dijo que creía que las elecciones presidenciales de noviembre habían sido un robo y quería mostrar su apoyo a Trump. También señaló la falta de manifestantes en el capitolio de Pensilvania el domingo.
"No está pasando nada", dijo Alex.
La policía abrió más tarde las calles que habían sido cerradas en previsión de mayores multitudes.
Un grupo también pequeño formado por una decena de manifestantes, unos pocos armados con rifles, se detuvieron frente al capitolio de Michigan en Lansing. Uno llevaba pantalones militares, un chaleco antibalas y una camisa hawaiana azul, una marca registrada del movimiento antigubernamental boogaloo.
"No estoy aquí para ser violento y espero que nadie se muestre violento", dijo un hombre parado en el césped frente al capitolio.
A primera hora de la noche, las inmediaciones del capitolio de Lansing estaban desiertas.
El aumento de la seguridad a nivel nacional se produjo después del ataque al Capitolio de Estados Unidos en Washington por extremistas y partidarios de Trump, algunos de los cuales pidieron la muerte del vicepresidente Mike Pence mientras presidía la certificación de la victoria electoral de Biden.
El FBI y otras agencias federales han advertido del potencial riesgo de violencia que existe antes de la toma de posesión de Biden este miércoles, ya que grupos de supremacistas blancos y otros extremistas pretenden explotar la frustración de los partidarios de Trump, que siguen creyendo sus afirmaciones —sin pruebas— sobre un fraude electoral en las elecciones de noviembre.
(Información de Brendan O'Brien en Lansing, Michigan, Rich McKay in Atlanta, Georgia, Nathan Layne en Harrisburg, Pensilvania, Julia Harte en Richmond, Virginia, Steve Holland y Jonathan Landay en Washington DC; escrito por Gabriella Borter; editado por Paul Thomasch, Daniel Wallis y Gerry Doyle; traducido por Andrea Ariet en Gdansk)