Por Nidal al-Mughrabi
SHEJAIA, Franja de Gaza (Reuters) - El acuerdo en Gaza de un alto el fuego de tres días duró sólo 90 minutos, pero para una mujer palestina fue tiempo suficiente para salir a la calle donde vive y descubrir que su casa era una pila de escombros.
"¡Dios, Dios!" gritaba, rompiendo a llorar en el lugar en el que su familia tenía dos casas. Los edificios eran el hogar de 75 personas, prueba de la densa población de Gaza.
"Mi casa fue destruida y lo mismo le pasó a la casa de mis hijos", dijo la mujer con velo, que no quiso dar su nombre. Dijo que había perdido a un hijo en el bombardeo de Israel en Shejaia, distrito al oeste en Gaza donde más de 70 personas habían muerto durante tres semanas de hostilidades.
En otros distritos, los residentes que regresaban a sus casas encontraron cuerpos descompuestos debajo de los restos de sus casas.
Decenas de miles de palestinos como ella han salido de sus refugios en escuelas gestionadas por Naciones Unidas y de casas de familiares y amigos para visitar sus hogares, que se vieron forzados a abandonar mientras las fuerzas de Israel combaten contra los milicianos de Gaza.
Muchos esperaban que el alto el fuego acordado por Israel y facciones palestinas llevaría a una calma duradera mientras ambos bandos se preparaban para negociar en El Cairo en un intento por acabar con los combates que han matado a 1.500 palestinos y a más de 60 soldados israelíes.
SIN HOGAR
La semana pasada, Nedal Abu Rjaila y su familia tuvieron que huir de su casa bajo el fuego de los tanques israelíes en la ciudad de Juza, en el sur de la Franja de Gaza. Su hermana, que está en silla de ruedas, no lo consiguió.
Abu Rjaila dijo que uno de sus hermanos empujaba la silla de la joven de 17 años, pero fue herido y corrió a buscar ayuda.
A las 8:00 am del viernes, cuando el alto el fuego comenzó, el hermano corrió a donde estaba su hermana y descubrió que había sido alcanzada por el disparo de un tanque.
Juza, que en el pasado fue una zona de atractivas casas y vegetación, había sido reducida a escombros. Los trabajadores de rescate recuperaron más de 10 cuerpos y docenas de casas había sido destruidas.
Cuando el alto el fuego comenzó, la gente llenó las calles del estrecho territorio costero y muchos caminaron a sus hogares mientras otros utilizaron carros tirados por burros o camionetas.
Muchos esperaban poder abandonar los refugios donde Naciones Unidas está acogiendo a más de 225.000 personas.
Zeyad Al-Sultan, de 39 años, de la ciudad Beit Lahiya al norte de Gaza, dijo que no se sentía seguro en el refugio creado en una escuela por Naciones Unidas y esperaba que se pudiese acordar un alto el fuego duradero.
"El refugio de la ONU es como una prisión, tienes que compartir el baño con 2.000 personas, es demasiado ruidoso y no hay privacidad para las mujeres ni para nadie", dijo a Reuters mientras esperaba para coger un coche que le llevara a él y a los cinco miembros de su familia de vuelta a casa.
Pero Sultan, como muchos en el refugio, dijo que eran precavido al pensar en lo que podía estar esperándole ahí fuera. "Volvemos a Beit Lahiya, pero cerramos un ojo y abrimos otro para ver si los tanques vuelven", dijo Sultan.
Gente del vecino Shejaia dijo que recibieron disparos de tanques israelíes, lo que les forzó a volver a los refugios y albergues de los que acababan de marcharse.
En otras áreas, la gente abandonó sus casas después de que llegara la noticia de que la tregua se había roto. Algunos consiguieron a toda prisa coger ropa y mantas de sus casas, y muchos compraron comida y agua para volver a los refugios.