Por Aaron Ross
KINSHASA (Reuters) - Paramilitares decapitaron a unos 40 policías tras una emboscada en el centro de la República Democrática del Congo, dijeron responsables locales el sábado, en el ataque más mortal contra las fuerzas de seguridad desde que un brote de insurgencia estallase en la región el año pasado.
Militantes de Kamuina Nsapu atacaron el viernes a un convoy de la policía procedente de la ciudad de Tshikapa, en la provincia de Kasai, en dirección a Kananga, la capital de la provincia de Kasai-Central, dijo François Madila Kalamba, presidente de la asamblea provincial de Kasai.
"Fueron detenidos por los miembros de la milicia y decapitaron a unos 40", dijo Kalamba a Reuters. Este añadió que testigos dijeron que los combatientes perdonaron la vida de seis policías porque hablaban el idioma local chiluba.
Los paramilitares, generalmente armados con machetes y rara vez con armas de fuego, robaron armamento y vehículos en el ataque, añadió Kalamba.
Corneil Mbombo, presidente de la Sociedad Civil de Kasai, un grupo provincial de activistas, también dijo que unos 40 oficiales habían sido decapitados tras la emboscada. El gobernador provincial y el portavoz de la policía nacional no pudieron ser contactados para hacer comentarios.
La insurgencia, que se ha extendido a cinco provincias, es la amenaza más grave al gobierno del presidente Joseph Kabila, cuya decisión de no dimitir al final de su mandato constitucional el pasado diciembre provocó una ola de muertes y anarquía por el vasto país de África central.
El ataque del viernes se produce después de informes del gobierno sobre una ola de rendiciones de combatientes en la vecina provincia de Kasai-Central en los últimos días. El Ministerio del Interior dijo el sábado que 400 combatientes se habían rendido esta semana en la provincia.
Aunque el levantamiento se ha extendido, los combatientes que actúan bajo el nombre Kamuina Nsapu parecen operar de forma cada vez más independiente y sin una estructura de liderazgo clara. Algunos actos violentos recientes parecen estar relacionados con ajustes de cuentas étnicos.
Según Naciones Unidas, más de 400 personas han muerto en la ola de violencia, y el gobierno dijo el martes que 67 policías y numerosos soldados habían muerto en los enfrentamientos.
Muchos de los muertos fueron arrojados a fosas comunes. La ONU dijo esta semana que había identificado 10 presuntos sitios de fosas comunes y que investigaba otros siete.