Por Belén Carreño
MADRID, 5 may (Reuters) - El Invernadero, el restaurante con una estrella Michelin (PA:MICP) del chef Rodrigo de la Calle, es uno de los mejores de Ponzano, una calle del centro de Madrid flanqueada por más de 70 bares, restaurantes y locales de tapas generalmente llena de jóvenes profesionales a la salida del trabajo.
O al menos así era hasta que la epidemia de coronavirus golpeó a España. Desde que el Gobierno impuso estrictas medidas de confinamiento el 14 de marzo sus persianas han permanecido cerradas.
De la Calle tuvo que cerrar el restaurante, que servía un menú basado en verduras de alta calidad a un reducido aforo de 16 comensales, unos días antes de decretarse el estado de alarma.
Este chef ya había pasado por una experiencia similar en sus dos restaurantes en la capital china de Pekín. Aún así, no podía imaginarse hasta adónde llegaría la situación en España, uno de los países más afectados por la pandemia con más de 25.000 muertes.
También se vio obligado a cerrar su negocio de mayor éxito, un córner de paellas en el Mercado de San Miguel, uno de los mayores atractivo turísticos de Madrid, que el año pasado sirvió unas 85.000 raciones.
Ante las sombrías perspectivas del turismo, De la Calle, de 43 años e hijo de agricultor, ha decidido reinventarse poniendo en marcha un servicio de comida para llevar y para repartir a domicilio. También está esperando el permiso de las autoridades para ofrecer un servicio de cocina en las casas de los clientes.
"Aquí en el restaurante El Invernadero tenemos un 30-40% de clientes extranjeros por turismo y negocios y en el Mercado de San Miguel son un 80%, por eso tenemos ciertas reticencias a abrir", dice.
"La idea no es convertir un restaurante Michelin en una servicio de entrega. La idea es sobrevivir hasta que podamos recuperar esa normalidad", añadió el chef, que ganó su primera estrella Michelin en 2010 y ha sido asesor del multiestrellado chef Joel Robuchon.
No es la primera vez que De la Calle ha tenido que reinventarse. Su primer restaurante quebró en 2013, víctima de la crisis financiera, y volvió a irse a la quiebra en un nuevo proyecto en el que se embarcó en 2014.
"Tengo mucha experiencia en este tipo de crisis, desgraciada o afortunadamente", dijo.
"Lo más importante es tener actitud, iniciativa, una sonrisa, pedir ayuda a quien tengas que pedir ayuda. Lo más importante es hacer algo por la sociedad y no quedarte pensando que la sociedad lo tiene que hacer por ti", dice sonriente tras la mascarilla.
Los 26 empleados del chef madrileño en España han sido enviados a casa de forma temporal, por lo que se encargará él solo del negocio, desde la limpieza de las verduras al empaquetado de los pedidos, que se podrán hacer a través de dos páginas web llamadas Verdelivery y Paella Corner.
De la Calle confía en repartir unas 300 porciones diarias entre comida y cena.
"Seremos el 'fine dining' del 'delivery'. A nivel verduras seremos pioneros en dar alta calidad en el 'take away' y habrá versiones de platos de mi menú (Michelin), como las alcachofas confitadas", destaca.
Su idea es que los empleados regresen progresivamente al trabajo para pasar a la segunda fase del plan, que consiste en cocinar en las casas de los clientes incluso durante la fase de desescalada del confinamiento.
"La gente no querrá salir y queremos adelantarnos a esa situación y ver si es rentable ir a cocinar a su casa", dice, explicando que podría cocinar en un domicilio desde el menú degustación Michelin hasta su famosa paella.
(Editado en inglés por Angus MacSwan; traducido por Jose Elías Rodríguez)