Por Daniel Leussink, Ami Miyazaki y Mari Saito
TOKYO (Reuters) - Rodeado de periodistas en marzo, Tsunekazu Takeda (T:4502), con los ojos llorosos y parpadeando por los flashes de las cámaras que disparaban a su alrededor, explicaba su decisión de dimitir como jefe olímpico de Japón.
"Me siento muy mal por causar un alboroto como este antes de los juegos del año que viene en Tokio", dijo. "No creo que haya hecho nada ilegal".
Fue una espectacular caída en desgracia para el ex jinete olímpico y presidente del Comité Olímpico de Japón durante casi dos décadas.
La dimisión de Takeda, que entró en vigor en junio, se produce tres años después de que surgieran por primera vez las acusaciones de que el comité de la candidatura de los Juegos Olímpicos de Tokio había pagado más de 2 millones de dólares para llevarse los juegos de 2020.
La fiscalía francesa está investigando a Takeda por este asunto, aunque todavía no ha sido acusado formalmente. Ha negado haber hecho algo malo, alegando que creía que los pagos iban destinados a propósitos legítimos de lobby.
"Personalmente no tuve ninguna participación en el proceso de toma de decisiones", dijo Takeda en una rueda de prensa en enero.
Takeda, que vive en Tokio, no quiso responder de forma específica a las preguntas que Reuters le planteó por escrito.
Sus abogados, respondiendo en su nombre, dijeron que las preguntas sobre el pasado de Takeda invadían su intimidad y que muchos de los puntos planteados por Reuters eran "inexactos" sin proporcionar detalles. Los abogados también dijeron que Takeda ya no ocuparía un cargo público después de retirarse del comité olímpico nipón.
Más de una docena de antiguos socios comerciales, familiares y conocidos describen a Takeda como una persona de modales amables y sin experiencia empresarial. Algunos de ellos expresaron su sorpresa por el hecho de que estuviera siendo investigado en relación con la corrupción en los Juegos Olímpicos.
Un panel designado por el Comité Olímpico Japonés en 2016 absolvió al comité de licitaciones, que Takeda dirigía, de las acusaciones de soborno. El Comité Olímpico Internacional (COI) también ha cerrado su propio caso de ética en la materia.
Pero algunos políticos en Japón dicen que la cuestión de quién estuvo involucrado en una presunta trama de sobornos sigue sin resolverse.
"Esto no ha terminado sólo porque Takeda decidiese dimitir", dijo Yuichiro Tamaki, líder del opositor Partido Democrático para el Pueblo, que interrogó a Takeda en el parlamento. "En mi opinión, parecía sólo un testaferro".
CONEXIONES REALES
Takeda, de 71 años y voz suave, es un nombre muy conocido en Japón. Es el bisnieto del emperador Meiji, pero su familia perdió los títulos nobiliarios después de la Segunda Guerra Mundial.
El padre de Takeda, Tsuneyoshi, fue un ávido jinete que también llegó a dirigir el Comité Olímpico de Japón. Después de la universidad, Tsunekazu Takeda siguió los pasos atléticos de su padre y compitió como saltador ecuestre en los Juegos Olímpicos de 1972 y 1976.
Se casó en 1974. Su ex suegra, Iku Matsumi, de 99 años, y su ex esposa, Masako Takeda, dijeron que Matsumi ayudó a Takeda a comprar un caballo que costó el equivalente a 100.000 dólares de la época, para los Juegos Olímpicos de 1976.
Takeda era muy apreciado por el personal de la JOC. Tres ex empleados entrevistados por Reuters utilizan la palabra "caballero" para describirlo, una referencia tanto a su linaje aristocrático como a su temperamento.
En 2012, Takeda fue elegido representante de Japón ante el COI. Un año más tarde, estuvo en el escenario en Buenos Aires al frente de la delegación japonesa cuando Tokio obtuvo la designación para los juegos de 2020.
"Se puede confiar en Tokio como un par de manos seguras y mucho más", dijo a los miembros del COI.
(Información adicional de Antoni Slodkowski y Chris Gallagher en TOKYO, Emmanuel Jarry en PARÍS, y Aradhana Aravindan en SINGAPUR, traducción de Jose Elías Rodríguez; Editing by Gerry Doyle)