Por Catarina Demony
PENICHE, Portugal (Reuters) - Portugal tiene planes para transformar una conocida prisión en la que se torturaba a antifascistas en un museo con el fin de que la memoria y las vivencias de los supervivientes no mueran con ellos.
Ante el auge del apoyo a los grupos de extrema derecha en Europa, los supervivientes de esta prisión aseguran que es crucial que las generaciones más jóvenes conozcan lo que sufrieron durante la dictadura de Antonio Salazar, la dictadura más duradera del siglo XX en Europa.
Salazar gobernó en Portugal con mano de hierro desde el año 1932 hasta su muerte en 1968, aunque su régimen fue finalmente derrocado con la Revolución de los Claveles en 1974.
La fortaleza ubicada en la ciudad de Peniche, a unos 100 km al norte de Lisboa, fue la prisión más grande de este tipo de la dictadura salazarista. Allí, la policía secreta, conocida como PIDE (Policía Internacional y de Defensa del Estado), trataba sin clemencia a los disidentes del régimen.
La prisión abrirá el próximo abril convertida ya en un museo que conmemorará la resistencia de la dictadura de Salazar y la lucha por la libertad después de que el Gobierno socialista, que gobierna Portugal en minoría apoyado por los comunistas que ayudaron a derrocar el régimen en 1974, revocara su decisión de entregar el lugar a inversores privados.
Frente a la celda en la que pasó casi una década de su vida, el veterano comunista Domingos Abrantes recordaba a sus 82 años la privación de sueño, las variaciones extremas de temperatura y el chantaje emocional que él y otros reclusos tuvieron que soportar.
"Pasábamos entre 22 y 23 horas al día dentro de la celda y sufríamos castigos muy a menudo. Pero he visitado decenas de colegios en todo el país (en las últimas décadas) y cuando cuento mi historia algunos niños me preguntan si aquello sucedió realmente", afirmó.
MANTENER VIVA LA MEMORIA
"La mejor manera de respetar la memoria de aquellos que se sacrificaron es asegurarse de que el fascismo nunca resurja. La extrema derecha está creciendo en Europa, así que ahora es más importante que nunca hablarles de ella a las generaciones más jóvenes", dijo a Reuters.
Activistas afirman que gobiernos anteriores a menudo intentaron intencionadamente erradicar el recuerdo del pasado fascista de Portugal. Por ejemplo, algunos lugares, como la sede de la policía secreta de Salazar en Lisboa, fueron convertidos en pisos de lujo o en hoteles.
(Información de Catarina Demony; Traducido por Alba Calejero en la redacción de Madrid)