Por Catarina Demony
LISBOA, 25 jun (Reuters) - El estruendo de los tranvías amarillos característicos de Lisboa ha estado resonando en las calles adoquinadas durante más de un siglo pero, a medida que muchos de ellos se retiran del servicio, un hombre tiene la misión de mantener viva la tradición.
En un galpón al norte de la ciudad, Paulo Marques ha estado recolectando y restaurando tranvías viejos y oxidados desde su primera adquisición en 1996.
"Cuando compré el primer tranvía, a la gente realmente no le importaba, pero ahora hay más respeto", dijo el hombre de 48 años dentro del galpón que alberga 13 tranvías y equipo para repararlos. "El tranvía se convirtió en la postal de la ciudad", agregó.
Los tranvías han estado transportando a los habitantes de Lisboa por las calles onduladas de la ciudad desde 1901 y siguen siendo populares.
En los últimos años, los lugareños se han quejado de que a menudo no pueden usarlos para sus viajes diarios debido a la gran cantidad de turistas ansiosos por experimentar las rutas más icónicas.
Antes de que los autobuses y el metro dominaran el sistema de transporte de la ciudad a partir de la década de 1960, cientos de tranvías circulaban en más de 100 kilómetros de vías. Ahora quedan unos 50 tranvías históricos.
Marques, quien también es propietario de un restaurante con temática de tranvía en el centro de Lisboa, quedó fascinado con ellos en sus viajes al colegio cuando era niño.
Con pocos recursos y equipamiento, él y sus socios a menudo usan sus propias manos para reparar los tranvías, que datan de 1906. Su última adquisición es de 1961.
Puede tomar hasta cinco años devolverlos a la vida, pero siempre vale la pena esperar para verlos moverse por el pequeño tramo de vía que instaló en el exterior.
"Cualquiera que venga aquí, le gusten los tranvías o no, queda deslumbrado por la colección", dijo un orgulloso Marques. "Los artículos coleccionables suelen ser pequeños, no de tamaño natural. Esto es único", agregó.
(Reporte de Catarina Demony; reporte adicional de Miguel Pereira y Pedro Nunes. Editado en español por Lucila Sigal)