Alfonso Fernández Sánchez
Washington, 7 feb (EFE).- Estados Unidos volvió hoy a alcanzar el tope de deuda como parte de un guión ya conocido, y que amenaza con convertir en rutinarios los debates sobre la cuestión en un Congreso que ha expresado ya su intención de evitar la crisis, pero sin que se vislumbren soluciones inmediatas.
Lejos quedan los dramas de 2011, cuando los mercados financieros internacionales miraban con aprensión la incapacidad de republicanos y demócratas para alcanzar un acuerdo, algo que solo se logró en el último minuto y tuvo como consecuencia la pérdida de la máxima calificación crediticia para EE.UU.
El mismo día en que se cumple la prórroga pactada en octubre como consecuencia de la crisis presupuestaria de entonces, la bolsa de Wall Street parecía no prestar importancia y registraba un alza de algo más de un 1%.
Y todo ello aunque el secretario del Tesoro, Jack Lew, intentase hacer sonar las alarmas al avisar que el gobierno federal se quedaría sin liquidez el 27 de febrero y urgiese al Congreso a no jugar con la credibilidad crediticia del país en un momento de incipiente recuperación económica.
"El tiempo se está agotando", dijo Lew en una conferencia a comienzos de semana, al referirse a la nueva fecha límite sobre el tope de deuda, la cuarta en tres años.
Sin embargo, ni republicanos ni demócratas parecían especialmente alarmados y se limitaban a expresar su buena voluntad.
"Creo que todavía estamos mirando las piezas de este puzzle. No queremos suspender pagos y no lo vamos a hacer. Estamos en discusiones con nuestros miembros para ver cómo podemos avanzar", aseguró John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, en una rueda de prensa el jueves sin muchos signos de inquietud.
Tanto republicanos como demócratas parecen escarmentados de la mala imagen proyectada en octubre durante la crisis presupuestaria que provocó un cierre parcial de la Administración federal durante 16 días y que arrojó la popularidad de los congresistas a mínimos históricos.
"¿Por qué no evitamos una crisis esta vez? No podemos y no jugaremos con el crédito de nuestro país", insistió este martes Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado.
Si bien ambos bandos coinciden en no querer arriesgarse de nuevo en el juego político de las acusaciones mutuas, lo cierto es que la solución aparece incierta.
Los demócratas ya han señalado que no aceptarán condiciones por parte de los republicanos para elevar el tope de deuda e 16,7 billones de dólares, mientras que los republicanos no logran ponerse de acuerdo en qué exigencia presentar para sacar algo de partido a la negociación.
"Es hora de que los republicanos en la Cámara encuentre su camino para salir de este embrollo del mismo modo que siempre lo hacen: acordando elevar el tope de deuda sin atar condiciones", indicó Patty Murray, senadora demócrata por Washington y presidenta del Comité Presupuestario.
Pese a la relativa calma y el consenso general de que los legisladores finalmente llegarán a un acuerdo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a subrayar la importancia de elevar el tope de deuda para evitar incertidumbres en la primera economía mundial.
"Lo último que necesita EE.UU. es otro shock a su confianza ahora mismo, como un prolongado debate sobre si debe pagar o no" sus obligaciones financieras, indicó Gerry Rice, portavoz del FMI, en su habitual rueda de prensa quincenal esta semana.
Aunque los legisladores estadounidenses dicen haber aprendido la lección y, quizá por anticipar una solución sin dramas, la realidad es que nadie parece tener intención de mover ficha antes del último momento y aceptan estas crisis como la rutinaria forma de gobierno en un Congreso dividido. EFE