En una ocasión más las bolsas de Estados Unidos han subido tras unas elecciones presidenciales. Es casi una tradición que las bolsas suben tras las elecciones, tanto si hay cambio de gobierno como si no. La explicación a esto puede ser que el inversor mete en precio, en los primeros momentos, todos los elementos positivos que puede traer para las valoraciones de las compañías la políticas de las nuevas legislaturas. Especialmente si hay cambio de gobierno. Es el mismo efecto que provoca el unboxing cuando recibimos nuestros pedidos on line. Aunque sabemos lo que hemos pedido es inevitable que la emoción nos envuelva, ensalcemos las virtudes del producto recibido e incluso lo queramos hacer público en redes sociales. En ese momento, se ensalza todo lo positivo que nos va a aportar el nuevo producto y lo no tan bueno queda eclipsado. Pero, ¿qué sucede la siguiente semana?
El efecto unboxing y el efecto FOMO (Fear Of Missing Out), han hecho, en esta ocasión, que los índices de EE.UU. suban más de un 4,5% esta semana pasada, tocando máximos. El S & P 500 se ha apuntado un 4,6% y el tecnológico Nasdaq 100 un 5,74% llegando a su récord. Efecto contrario para los mercados europeos, que ven con preocupación el unboxing de las elecciones en EE.UU., porque el nuevo producto que ha recibido su amigo comercial amenaza con quitarle importancia en su relación e incluso dejar de contar con ellos. Esto se tradujo en caídas por encima del 1,5% en el EuroStoxx 50.
Pero, ¿qué ha metido en precio la elección de Trump y que no?
Principalmente lo que se ha metido en precio es lo relativo a policías fiscales que en la campaña de Trump ha sido un eje importante. El recorte de impuestos a las personas y a las compañías, para estimular el crecimiento de la economía, va a generar una mayor renta disponible para la familias y un incremento de beneficios para las compañías. En la anterior etapa de Trump en el gobierno, en 2017, una rebaja en el impuesto de sociedades del 14% supuso un aumento de los BPA (Beneficios por Acción) del 8%. (ver figura)
También las políticas arancelarias que Trump pretende aplicar beneficiará el crecimiento de las ventas internas de las empresas de Estados Unidos, especialmente a las compañías de mediano y pequeño tamaño. Hemos visto como el índice que representa a estas compañías el Russell 2000 (RUT) se revalorizó un 8,57% la pasada semana.
Es decir, en precio están las medidas económicas que precisamente han sido el acicate que ha llevado a los electores del país norte americano a inclinarse por el republicano Donald Trump, en lugar de por los demócratas.
Pero, lo que no está metido en precio, cuyos efectos se verán a medio plazo, es que estas políticas son inflacionarias y amenazan con incrementar el déficit público. Esto supondrá un aumento de la cesta de la compra de los hogares y unas previsibles tasas de interés más altas, uno de los pilares en los que la campaña republicana ha basado sus ataques a la legislatura demócrata que finaliza. Esto demuestra la difícil papeleta que tiene la administración Trump para implantar las medidas prometidas y que ya ha descontado el mercado, si no quiere generar inflación.
Otro de los aspectos que no han tenido en cuenta los que se han visto tentados por el FOMO es que el ratio precio/ beneficios a largo plazo de los índices está cercano a máximos y un rallye cómo el de esta semana le deja con un mínimo margen.
Distinta es la situación de las Small y Medium Caps de EE.UU, cuya valoración actual es más atractiva desde el punto de vista del ratio precio/beneficio, por lo que sería el segmento de renta variable que podemos tener como referencia en nuestra cartera para el medio plazo. Ante las dudas que los efectos colaterales de las políticas de la administración Trump pueden generar en las valoraciones de las compañías en general, las compañías del Russell 2000 apuntan a ser las favoritas de los inversores y gestores de fondos internacionales.