"El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, ha revisado al alza las estimaciones de crecimiento de la economía española y ha adelantado que el PIB crecerá cerca del 1,5% este año y alrededor del 2% en 2015, nuevas previsiones que se aprobarán en septiembre y que servirán de base para el Presupuesto General del Estado. Las actuales estimaciones, aprobadas a finales de abril, contemplan un crecimiento del 1,2% este año y del 1,8% para el próximo ejercicio. El titular de Economía ha fiado la mejora de las estimaciones del PIB ante la "sorprendente" recuperación del consumo interno y gracias al "fuerte ritmo" que espera que sigan manteniendo las exportaciones en los próximos meses. Sí, una buena noticia ¿pero suficiente para calmar los ánimos de agitadores, sindicatos que cada vez pintan menos, pero que siguen metiendo mucho ruido mediático? ¿suficiente para volver a niveles precrisis? En nuestra gestora sospechamos que no va a ser así, porque los crecimientos globales van a ser débiles e insuficientes para generar músculos. Hemos pasado lo peor. Ello no significa que volvamos a lo mejor del pasado reciente. Todos debemos asumir que eso no volverá".
...Me lo cuenta uno de mis gurús favoritos, uno de los que predijeron en LACARTADELABOLSA una posible japonización de la economía. Me envía el siguiente gráfico:
La japonificación de la eurozona en un gráfico
Los rendimientos del Bund a 10 años alemanes parecen estar calcando el comportamiento de los bonos japoneses durante la década de 1990.
"Debemos analizar con detenimiento el comportamiento de los mercados de bonos globales de las últimas semanas ¿Nos dicen que la recuperación vigorosa tardará en llegar, que vamos hacia un modelo a la japonesa, que hay indefinición y debilidad para mucho tiempo? Hay que seguir su evolución, porque también tenemos claro que hay mucho efecto manada entre los analistas tanto en este mercado como en otros, es decir, mucho componente especulativo, mucha sobrerreacción", sentencia.
Y aprovecho para recordar el artículo publicado en LACARTADELABOLSA por Carlos Heras Rincón, CEO de Aspain 11, referido a Japón, extenso pero muy interesante:
La historia económica de Japón está llena de altibajos, con épocas expansivas y recesivas espectaculares por ello nos parece interesante estudiar esta economía de una forma ampliada para ver posibilidades de inversión en esta potencia mundial que a nadie debe dejar indiferente. Si repasamos los distintos períodos que han marcado a la economía, la política y la población nipona debemos comenzar por destacar que con el período Tokugawa (1603 a 1868) se consiguió establecer la unión política del país pero no sin grandes inconvenientes. Con ello se acabó con las luchas de poder de los señores de la guerra, samuráis, además de propiciar el desarrollo de la agricultura, transporte, mercados nacionales, del comercio y crecimiento de las actividades manufactureras, no sin el grave inconveniente de estar prácticamente aislada de los avances que se habían dado en el exterior. Además, la población estaba dividida en una estructura férrea de clases, en el que el 80% de su población estaba formada por campesinos que no tenían libertad de movimiento, estando atados a la tierra. Aunque poco a poco, el foco de la actividad económica cambió de una agricultura de subsistencia hacia una agricultura comercial gracias a los excedentes por la mejora de su productividad y hacia una industria de artesanía.
Tras intentos de varios países de romper el régimen de aislamiento al exterior sin éxito, en 1853, EEUU presionó con varios barcos de guerra en costas japonesas y consiguió que las autoridades militares niponas cediesen después de un año. Se establecieron relaciones a través de tratados por los que se abrían determinados puertos para barcos foráneos y se establecieron algunos asentamientos de comerciantes y técnicos extranjeros. Gracias a estos pequeños atisbos de occidente, la población que hasta entonces era tan rígida en sus tradiciones se dió cuenta que en occidente estaban más adelantados y eran más poderosos. Con lo que no se quedaron impasibles y acabaron con el gobierno militar dando paso de nuevo al poder imperial. Pero la capital imperial ya no se restablecería en Kioto, sino en Edo, la cual pasó a denominarse Tokio (capital del este). De esta forma se estableció el nuevo gobierno de Meiji en 1868.
Con esta nueva era, en la que el gobierno estaba a favor de la modernización de Japón, abriéndose hacia occidente, se promulgó una constitución según el modelo alemán en 1889 y se instauró el régimen parlamentario, centrándose así en la idea de la industrialización se abolió el sistema de clases quitándoles privilegios a las clases altas (daimyô y samuráis) a cambio de bonos gubernamentales. Lo que perjudicó a estas personas ya que en esta época la inflación era importante con lo que el valor de los bonos se redujo, empobreciéndoles.
En cuanto el comercio exterior en la primera época de la restauración Meiji, el esquema de comercio era básicamente de país en desarrollo, exportando alimentos y bienes escasamente elaborados (seda, té, cerámica…) e importando manufacturas y bienes de consumo final, con lo propició desequilibrios en la balanza comercial. Aunque con respecto a Asia el esquema comercializador era diferente ya que importaban materias primas y exportaban manufacturas ligeras (textiles de algodón, productos de cristal, cuchillería…).
Hasta la primera guerra mundial se experimentó en el país del sol naciente un importante desarrollo de las actividades bancarias, de la industria pesada y marina, además de la especialización de su industria tradicional y la agricultura. De hecho, el gobierno Meiji apoyo la industria algodonera, con ello consiguieron independizarse en cuanto a importación se refiere de Gran Bretaña e India, convirtiéndose sus industrias en líderes a nivel mundial durante el siglo XIX. En cuanto a la industria sedera tuvo una gran expansión gracias a la demanda exterior, se creó una red de distribución de seda importante. La gran producción propició la especialización y la introducción de maquinaria al proceso de elaboración de los tejidos, con un trasvase de la producción de las zonas rurales a las factorías. La mayor parte de la maquinaría era importada ya que en esta época la producción japonesa era de baja calidad, centrándose en la producción de piezas y dispositivos por parte de pequeñas y medianas empresas localizadas a las afueras de las ciudades. Pero el gobierno no tardó en darse cuenta que lo más efectivo era formar a sus propios ingenieros para depender menos de exterior y especializarse en los procesos informáticos tanto de sus empresas públicas como privadas.
Aunque las ambiciones del gobierno Meiji no se quedaron tan solo en ajustes económicos, sino que también se centraron en la expansión territorial creando un área de influencia alrededor de Japón para proteger a sus intereses de las economías de occidente. De hecho por ello, Japón estaba interesado en Corea ya que era un lugar estratégico. En esta época Corea estaba bajo la batuta de China y Rusia, lo que hizo que Japón provocase sendas guerras que finalmente acabaron con la anexión de Corea al país nipón en 1910. Además gracias a los pagos en oro por las reparaciones de guerra de China en 1897 pasó de hacer los intercambios en plata a usar el patrón-oro utilizado por la mayoría de los países de Occidente. Pero no todo fue positivo, ya que se produjeron fuertes tensiones de capital por esta expansión militar y por el proceso de industrialización que la economía nipona estaba experimentando.
Durante la primera guerra mundial, la economía nipona experimentó consecuencias negativas y positivas. En primer lugar, supuso la imposibilidad de importar productos y bienes de equipo ya que sus principales proveedores se encontraban en guerra. Pero, ello impulsó la demanda de productos japoneses al exterior lo que favoreció a la industria y agricultura japonesas, aunque si bien es cierto, los productos nipones que eran inferiores en calidad tuvieron gran demanda por la inaccesibilidad de los productos europeos. Con lo que la demanda a nivel global se trasladó de los países europeos hacia Japón, con lo que el déficit comercial se convirtió en superávit. Esta expansión de la demanda externa propició la acumulación de reservas en oro y la mejoría de los resultados empresariales. Así mismo, expandió el crédito bancario y las emisiones monetarias provocando especulación en los mercados de valores y bienes, disparando la inflación. Las industrias con mayor tirón en esta etapa fueron la construcción naval, transporte marítimo, maquinaria, siderúrgica, química y textil, aunque si bien es cierto se crearon muchas empresas ineficientes que provocarían desequilibrios internos en los años siguientes.
Durante los años 20 se produjo una recesión impulsada por la explosión de la burbuja de precios generada durante la guerra, con caídas en los precios de los bienes de un 60% aproximadamente. Adicionalmente, el sistema financiero vivió una crisis a raíz del terremoto de 1923 que asoló la zona de Tokio. El Banco de Japón dio liquidez a los bancos comerciales para que los prestasen a los afectados, pero ante la posibilidad de descuento de sus efectos en el banco central aprovecharon la ocasión para traspasar impagos. El Banco de Japón, a su vez acudió al ejecutivo para pedir inyección de fondos públicos con los que cubrir las pérdidas, el gobierno se negó a ello con lo que se generó una severa crisis bancaria en 1927.
Después de varios intentos fallidos por parte del gobierno de mantener buenas relaciones con EEUU y China durante el período desde 1924 a 1931, los militares nipones consiguieron sus pretensiones, y Japón entró en guerra con China. Durante el período de 1930 a 1932 Japón sufrió una profunda recesión. Por un lado, padecieron las consecuencias de la Gran Depresión de EEUU y por otro, dentro del país el gobierno adoptó una fuerte política deflacionista con el objetivo de preparar a la economía nipona para la implantación del patrón oro y el tipo de cambio referenciado al dólar, además de presionar la caída de los bancos nipones ineficientes. Esta política deflacionista no tuvo los efectos deseados en cuanto al comercio exterior se refiere, por la coincidencia con las malas circunstancias económicas de sus principales países importadores.
Aprovechando la mala situación económica y social, el movimiento fascista se extendió entre la población. Por tanto, pasaron del liberalismo económico hacia una mayor intervención estatal. De hecho, después de un fallido golpe de estado, el gobierno del partido Minsei fue sustituido por el del partido Seiyukai. El nuevo ejecutivo cambió radicalmente las políticas llevadas hasta entonces, acabando con la paridad oro y el tipo de cambio referenciado al dólar, estableciendo un tipo de cambio flotante, además comenzó una fuerte política de inversión en industria y en agricultura, expandiendo la oferta monetaria y bajando las tipos de interés. Con estas políticas de estímulo, Japón logró recuperarse mucho antes que los grandes países de occidente de la Gran Depresión. Aunque la presión de los militares no cesó y consiguieron el control político iniciando una guerra con China que duró hasta 1945, transformando la economía nipona en una economía de guerra. La prioridad en esta época fue la industria naval y militar desatendiendo las industrias de bienes básicos como la textil. Ante la imposibilidad de comercio con otros países, Japón ocupó Indochina y tanto EEUU como Gran Bretaña tomaron represalias por esta acción, haciendo un embargo energético y congelación de los activos japoneses en sus países. Ello supuso un gran bloqueo energético ya que el 80% del petróleo importado procedía de EEUU. Japón sólo tenía reservas de petróleo para los dos años siguientes, por tanto a finales de 1941 atacaron Pearl Harbour, iniciando una guerra con EEUU y sus aliados.
En la segunda guerra mundial Japón perdió Manchuria, Taiwán y Corea y 3 millones de vidas humanas. En cuanto a su economía, sufrió graves recortes en su producción tanto industrial como agraria después de los bombardeos americanos, ya que muchas factorías y vías ferroviarias se quedaron inutilizadas por la falta de energía. El gobierno estableció un control de precios, producción y abastecimiento de las materias primas. Lo cierto es que la población sufría hambrunas por la elevada escasez de alimentos. El gobierno intentó solventar la situación a través de préstamos a las industrias consideradas como prioritarias, financiándose a través de bonos que fueron comprados por el Banco de Japón con dinero nuevo, lo que provocó la subida de la inflación durante los últimos años de la década de los cuarenta.
Una vez que Japón se rindió, las fuerzas aliadas tomaron el mando aboliendo los grupos de empresas familiares de gran tamaño (Zaibatsu), estableciendo diferentes reformas: laboral, agrícola y política. En cuanto a la reforma política, se redactó una nueva constitución garantizando los derechos fundamentales. Entre otros aspectos se recogía: la soberanía popular, que el emperador de Japón no tendría funciones políticas, separación de poderes entre el legislativo, ejecutivo y judicial y una cláusula en la que se recogía la obligación de no enfrentamiento bélico de ningún tipo. La economía y comercio exterior eran absolutamente controlados por los estadounidenses, de hecho con el fin de solventar los problemas de inflación el gobierno americano desarrollo un política estabilizadora llamada “Dodge Line” (hecha por el presidente del Banco de Detroit, Joseph Dodge). Este plan consistía básicamente en anular los subsidios a las empresas, unificar el tipo de cambio del yen respecto al dólar (360 JPY/USD) y reforma impositiva basada en impuestos directos. Las medidas consiguieron la anhelada estabilidad de precios, aunque como contrapartida la actividad económica se contrajo.
Cuando estalló la guerra de Corea (1950-1953), EEUU necesitaba abastecerse y lo hizo con la producción del país nipón, la demanda exterior se recuperó. Por tanto, gracias a los gastos militares americanos en Japón se produjo una recuperación de la economía nipona, registrando un crecimiento continuado (aproximadamente 9%) hasta la crisis del petróleo de 1973. Se aumentaron las inversiones y la productividad con lo que la producción se disparó cubriendo tanto la demanda interna como la externa. Se vivieron ciclos marcados por el déficit de la balanza de pagos y por restricciones monetarias con el fin de controlar la inflación. La época de posguerra supuso un desarrollo económico internacionalpasmoso para la economía japonesa, aunque si bien es cierto, condicionada por el buen devenir de sus importadores. Ya que, las divisas que se obtenían con las exportaciones, se utilizaban para importar y así expandir su producción. Por tanto, cuando el comercio internacional se debilitaba las exportaciones niponas caían apareciendo el déficit en la balanza de pagos.
En esta época comienza la transformación de la composición de las exportaciones japonesas cambiando los productos textiles y acero por maquinaria, coches y barcos; lo que supuso el aumento del valor añadido de las exportaciones niponas. El desarrollo económico vino de la mano del desarrollo tecnológico, las empresas japonesas asimilaban la tecnología importada y la mejoraban. De hecho, la demanda de productos industriales fue un factor importante para el crecimiento industrial de Japón durante los anos cincuenta y sesenta.
La crisis del petróleo de 1973 supuso un gran varapalo para el crecimiento de Japón, debido a la drástica reducción de la demanda exterior y a la subida de los precios de las materias primas. Las restricciones de la oferta interna a la espera de la subida de costes y el incremento de la demanda ante el pánico por la escasez de recursos, provocó que los precios se disparasen hasta niveles desorbitados. Pero a pesar de los intentos por parte de las autoridades japonesas por controlar la inflación con políticas fiscales y monetarias restrictivas, no consiguieron parar la recesión tan severa de 1975.
Después de que a principios de los 80, el dólar fuese una moneda fuerte, EEUU consiguió un hito crucial para su divisa con los Acuerdos del Plaza en 1985. Se acordó por conformidad de los 5 países, Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón; dirigir al dólar a cotizaciones más bajas, lo que se buscaba por tanto era debilitar al dólar, con el objetivo de reducir el superávit comercial nipón vía importaciones y apreciando el yen. La subida del yen afectó duramente a la economía japonesa, ya que las empresas exportadoras no eran capaces de cubrir el efecto depreciador del dólar. Aunque no todo fue negativo, las compañías ante esta nueva situación racionalizaron sus costes, haciendo más efectivos sus métodos de producción en masa, aumentando su productividad. Así mismo, algunas empresas aprovecharon la disminución del precio en yenes de los activos en el exterior para localizar nuevas factorías en occidente.
De hecho a partir de la apertura al exterior, los cambios en el mercado de divisas y la buena dinámica industrial de Japón, inició un período de euforia económica que se ha denominadoeconomía burbuja. Como podemos observar en el gráfico siguiente, el Nikkei 225 tuvo una evolución alcista espectacular hasta comienzos de los 90. Además el precio del suelo comenzó a aumentar durante el último lustro de los años ochenta explotando esta burbuja a comienzos de los 90.
Esta burbuja se formó por dos motivos esencialmente: la desregulación bancaria y la política monetaria llevada a cabo. Los bancos hasta los años ochenta estaban muy regulados por el ejecutivo. El error fue que en esta década se liberalizó el sistema financiero drásticamente, con lo que la competencia exterior avasalló el mercado. Así mismo, las empresas vieron la posibilidad de diversificar sus fuentes de financiación a través de los mercados financieros, separándose de la dependencia bancaria que tenían hasta entonces. Los bancos perdieron multitud de clientes lo que hizo que invirtieran o concediesen préstamos a pequeñas y medianas empresas que tenían inversiones inmobiliarias. A finales de los ochenta el riesgo bancario por estas riesgosas inversiones en ladrillo era descomunal, su exposición era amplísima (imaginamos que encontrarán similitudes con la situación actual en España). Y de hecho, cuando la burbuja estalló, muchos de los préstamos concedidos revertieron en impagados. Por otra banda, la política monetaria expansiva que siguió el BOJ después de los Acuerdos del Plaza que habían apreciado al yen con respecto al dólar, fueron la bajada de los tipos oficiales y aumento de la oferta monetaria, ya que estaban experimentando una inflación casi nula (0,46% en 1987). Como ven, hay similitudes con la actual situación en Europa.
Los buenos resultados empresariales empujaron las bolsas al alza y la acumulación de ganancias se reinvirtió en muchas ocasiones en operaciones principalmente inmobiliarias (sólo hay que mirar el gráfico del IBEX 35 en la época alcista para seguir encontrando similitudes). Pero cuando los precios comenzaron a crecer, el BOJ decidió aumentar el tipo al que el banco central prestaba a los bancos de un 2,5% en 1988 a un 6% en 1990. Esto acompañado de la caída de los precios del suelo de 1991 ocasionó la explosión de la burbuja inmobiliaria. Los préstamos que habían concedido los bancos empezaron a revertir en morosos y el valor del activo ya no cubría el riesgo del préstamo concedido. Así, la economía japonesa entró en una dura recesión (otra similitud encontrada con la actual situación). Esta fue de gran calado debido a malos condicionantes estructurales como la existencia de menores niveles de inversión en equipo, empleo y la apreciación del yen que lastraba las exportaciones y aumentaba los costes laborales.
Desde que estalló la burbuja y hasta la actual crisis financiera se han producido tres períodos de crisis y sus consiguientes recuperaciones en los años intermedios:
De 1991 a 1994
Mediados de 1997 a finales de 1998
2001
La primera de las crisis como hemos dicho, se produjo por el estallido de la burbuja al incrementarse los tipos de interés y por la fuerte pérdida de valor de los activos inmobiliarios. La segunda de ellas tuvo su origen en la subida del impuesto general sobre el consumo del 3% al 5%, lo que lastró la demanda de manera importante. Además entre 1997 y 1998 la crisis financiera se agudizó desembocando en una crisis crediticia que afectó a la economía real. La tercera crisis se produjo en 2001 por pertenecer a una economía global, la economía japonesa se vio afectada por la crisis de las telecomunicaciones. Como podemos ver, las crisis han ido disminuyendo su duración, aunque no por ello en intensidad y calado (ver gráfica crecimiento del PIB). Durante las fases de crecimiento, los principales motores han sido la inversión privada, tanto en bienes de equipo como en vivienda y las exportaciones; mientras que el consumo privado, se ha mantenido en niveles muy bajos quizá por el nivel de desempleo registrado y el envejecimiento de la población japonesa (hoy en día el porcentaje de la población mayor 60 años o más es superior al 30%). Otra similitud con la población española.
Antes de la crisis financiera internacional, durante los seis del 2002 a 2007, Japón había estado inmersa en un proceso de recuperación, el más largo que ha tenido desde la Segunda Guerra Mundial, aunque no ha sido lo suficientemente fuerte debido a que estaba lastrado por la inestabilidad macro en un entorno deflacionista. Esta época de recuperación se ha visto apoyada principalmente por las exportaciones y la demanda interna. Las autoridades monetarias japonesas ya habían mantenido tipos en el 0% con pequeñas subidas poco significativas por la inflación registrada en 2006 y 2007 que venía impulsada por la subida del precio del petróleo y otras materias primas. Por tanto, no se tomaron decisiones tan drásticas para que Japón saliese de la espiral deflacionista; como las realizadas posteriormente por la Reserva Federal de EEUU (quantitative easing). De hecho nos gustaría comentar que fue un acierto por parte de Ben Bernanke (presidente de la Reserva Federal) ya que la economía estadounidense tuvo tendencia deflacionista y con sus medidas expansivas han hecho que la economía esté dando hoy en día síntomas de recuperación.
En el contexto más reciente Japón se ha visto muy influida por la crisis financiera internacional que tuvo su epicentro en la mayor economía desarrollada, EEUU. La profunda contracción del PIB ha venido explicada tanto por factores foráneos, inestabilidad financiera que lastraba las exportaciones y la producción industrial; como internos, entre los que cabe destacar la reducción de la inversión pública por el elevado endeudamiento y déficit de la economía nipona.
La crisis de la deuda soberana europea también afectó a su actividad económica sobre todo vía exportaciones, aunque los efectos no han sido tan devastadores como la recesión derivada de la crisis financiera mundial. A ello hay que añadirle, los efectos de la catástrofe natural vivida a principios de año y la fortaleza del yen frente a sus principales cruces.
Recientemente, las autoridades del país del sol naciente con un perfil tradicionalmente conservador han decidido dar un cambio a su política ante el mal balance del año. Por tanto, el Banco Central de Japón (BOJ) ha tomado apuntes de las políticas monetarias tomadas por otros bancos centrales manteniendo los tipos oficiales en el rango 0%-0,15% y expandiendo su programa de adquisición de activos, iniciado en 2010, en 10 billones de yenes (aproximadamente 93.773 millones de euros) alcanzando los 65 billones con el fin de inyectar liquidez al sistema y depreciar su divisa para reactivar las exportaciones. Por tanto, se puede decir que entra por fin en la guerra de divisas abierta por flexibilización monetaria con el fin de recuperar el crecimiento vía sector exterior, dejando de lado su particular temor por las medidas drásticas. En este contexto y en aras de abandonar la amenaza deflacionista, fijan el objetivo de inflación en el 1%, ya que con este conseguirían el crecimiento sostenible con estabilidad de precios que desde hace años anhelan.
Cruce USD /JPY
Cruce EUR /JPY
De hecho, el PIB de Japón en el 4T2011 ha caído más de lo esperado -0,6% trimestral (previsto -0,3%) acusando la apreciación de la divisa nipona. Este dato viene explicado por la fuerte contracción de las exportaciones (-3,1% T) que no ha podido ser compensado por la positiva evolución de la demanda interna. Así mismo, la balanza comercial ha venido registrando déficits los últimos cuatro meses, batiendo records en enero con un saldo negativo de 1,48 billones de yenes, algo inédito desde la crisis financiera internacional de 2008. La justificación se encuentra en el aumento de las importaciones de energía y en la caída de las exportaciones de maquinaria y productos electrónicos por la incierta situación económica de sus principales clientes.
En cuanto a la deuda de Japón, Grecia a su lado parece un buen gestor, ya que su deuda sobre PIB sobrepasa el 200%. Si bien es cierto, buena parte de ella está en manos de sus ciudadanos (ver gráfico de la composición de la deuda) y respaldada por la consolidada posición de sus activos, por un férreo sistema financiero y una economía con una divisa de reserva internacional. En caso de que el país del sol naciente, no pudiese hacer frente a sus pagos puede apoyarse en políticas monetarias expansivas menos tradicionales.
Pero no todo son malas noticias, ya que la robusta y sostenible consolidación fiscal que necesita ya está comenzando. El gobierno de Yoshihiko Noda espera una reducción del déficit público a una tasa del 0,8% anual, vía subida de impuestos, restructuración de la seguridad social, recortes del 20% en el salario de los empleados públicos y privatización de las empresas que conforman el sistema postal japonés. Además, una vez prácticamente reconstruida la región de Tohoku después de la catástrofe y reducida la alerta nuclear de Fukushima las dotaciones del gobierno a la zona se verán lógicamente reducidas, lo que supone un menor gasto público. Entre otras reformas previstas por el gobierno está el cambio de calendario en las universidades, con el fin de ser más atractivos para los estudiantes extranjeros, logrando ser más competitivos a nivel internacional. Con estas reformas buscan cumplir las buenas previsiones de crecimiento para el año 2012. De hecho el FMI, pronostica un crecimiento de la economía nipona de un 1,7% en 2012 y 1,6% en 2013. Aunque habrá que estar pendientes de los resultados electorales si se promueve el llamamiento a las elecciones generales, en donde los miembros del ejecutivo buscarían un fortalecimiento de las reformas planteadas mediante un claro y mayoritario nuevo mandato de sus representantes.
En cuanto a los mercados financieros, nos gustaría comentar la evolución y tendencia de los dos índices bursátiles de mayor relevancia, Nikkei 225 y Topix Index (pequeñas compañías). En estos últimos 12 meses, ambos han tenido una evolución negativa lastrada por su dependencia a la energía y la debilidad de sus exportaciones. Sin embargo, recientemente, ambos índices están en tendencia alcista lo que podría descontar expectativas al alza de la evolución económica, razón por la que ya estamos encima del mercado japonés para analizar si debemos tomar estrategias de incorporación de nuestro asset allocation recomendado.
Un indicador crucial a la hora de evaluar la economía japonesa es el informe Tankan elaborado a través de una encuesta realizada por el BOJ de forma trimestral. Este informe se basa en un recopilatorio de información empresarial con análisis coyuntural. En el 4T2011, el índice que mide el clima de la gran industria nipona ha dado señales bajistas, desde un 2 en el tercer trimestre a un -4. Con lo que habría que esperar al cambio de tendencia para poder plantearse comprar.
Después de esta evaluación de la economía japonesa más exhaustiva, recomendamos no invertir por el momento en este país asiático aunque no descartamos esta posibilidad, sobre todo después de haber visto que el último dato de PIB en el último trimestre del año pasado -0,7% interanual ha sido menor a lo esperado por el mercado (-2,3% interanual) ante el empuje de la inversión de capital. Decidiremos estrategias long only en el mercado japonés en cuanto el informe Tankan sea positivo, acompañado por datos macro y tendencia alcista.