El Índice Báltico (Baltic Dry Index o su abreviatura BDI) se creó en el año 1985 y mide la evolución del transporte por mar de las principales materias primas (trigo, algodón, hierro, azúcar, carbón, etc). Se confecciona cada día (a las 13:00 horas de Londres) a partir de las encuestas que se realizan a los propietarios navieros que aportan información del coste medio por tonelada con el que fletan sus barcos.
Tiene una gran utilidad, entre otras razones, porque refleja la demanda real existente de materias primas y la cantidad de contratos de envío de mercancías que se cierran en las principales rutas marítimas mundiales. Por ejemplo, si el índice sube significa que la demanda de materias primas aumenta y con ello la producción y el crecimiento económico mundial. Es por ello que es considerado como un barómetro fiable de la economía.
Digamos que el movimiento en la cotización del Índice Báltico depende de una serie de factores, tales como el crédito, la demanda de materias primas, y a su favor cuenta con que no tiene un sentido especulativo.
En el año 2010 llegó a niveles de 4.000 puntos, con la crisis económica internacional en 2008 pasó de los 11.000 puntos a los 700 puntos. Por tanto, aventuró la que se venía encima.
¿Y cómo refleja o indica la llegada de tiempos duros? Básicamente, muestra la reducción de los contratos de transporte de materias primas, con lo que el Índice Báltico cae.
¿Y ahora cómo se encuentra? Pues hace pocos días alcanzó niveles que no se veían desde el verano de 2015, superando la barrera de los 1.000 puntos (recordemos que sufrió una fuerte caída en agosto de 2015 por todo lo sucedido con la fuerte depreciación del yuan chino).
Les dejo un gráfico, cuya fuente es Temáticas.org, muy ilustrativo donde se puede apreciar toda su evolución.