2012 es el punto de partida de la consolidación de un nuevo poder global con derecho propio, Eurolandia, es decir, que puede movilizar el conjunto de los atributos de un «soberano»: moneda, presupuesto, economía, política internacional y defensa.
Estos cinco años conducirán a los europeos a influir profundamente en el reequilibrio geopolítico mundial mientras se interna una fase radicalmente nueva de la integración europea que se abre en los meses venideros. El proceso de decisión europeo mejorará considerablemente en Eurolandia, ya que ahora sólo los países que comparten el euro tomarán las decisiones.
Es, por otra parte, uno de los grandes méritos de estos años de crisis, el haber depurado finalmente una situación aberrante en la que países externos a la Eurozona, incluso anti-euro (como el Reino Unido), participaban en las decisiones sobre el euro. Pero sin embargo, la misma naturaleza del proceso de decisión europeo, que involucra negociaciones y compromisos, continuará mostrándose como caótico y lento, comparado con las tomas de decisiones nacionales. Aunque será mucho menos que antes, lo seguirá siendo, ya que es la característica propia del funcionamiento de la integración europea; es también, en definitiva, una de sus condiciones de eficacia para que cada Estado aplique bien las medidas decididas.
Desde mediados de 2012, Eurolandia ya está dotada de un conjunto de nuevos dirigentes nacionales (España, Italia, Grecia, Francia, Eslovenia, Bélgica) y en los meses que seguirán Alemania entrará en un nuevo proceso electoral. Entonces, Eurolandia será dirigida por hombres y mujeres que en su mayoría llegarán al poder después de la eclosión de la crisis.
Por el contrario, hasta finales de 2011 no era así; la mayoría de los dirigentes de la Eurozona eran productos electorales del mundo pre crisis. El hecho que estos dirigentes, políticos mediocres en su mayoría, y absolutamente desprevenidos del colapso de los valores y convicciones que los habían regido hasta 2008. Sin embargo, han podido enfrentar relativamente bien la crisis global luego la crisis griega y sus consecuencias, en el contexto del violento ataque a la moneda única europea por la City de Londres y Wall Street, es una prueba de la dinámica de desarrollo de la integración europea en Eurolandia.Ha sido la generación de políticos peor pertrechada para «salvar la construcción europea» ya que generalmente no estaban muy interesados en Europa y a menudo bajo el control de los bancos y de Washington.
Por una parte, comprobamos que después del episodio la «vuelta de tuerca» promovida con razón por los países denominados superavitarios (Alemania, los Países Bajos, Finlandia, …) , vemos desarrollarse en torno a las élites de Eurolandia la idea de que también hay que proyectarse positivamente hacia el futuro (reactivación, inversiones comunes, Eurobonos). El paso por la fase de austeridad era inevitable, porque la integración de Eurolandia impone tener normas comunes, realmente aplicadas y detener las políticas de sobre endeudamiento colectivo promovidas estas últimas décadas por los banqueros y los polos financieros de la City y Wall Street. El caso de Grecia es ejemplar: para superar el problema griego, hay que terminar con la clase dirigente parasitaria que condujo a este país a la ruina. Pero Eurolandia no tiene muchos medios actualmente para hacerlo que no sea mostrar a los griegos que ya nadie confía más en sus dirigentes. Es también un medio disuasivo para los dirigentes de los otros países tentados a endeudarse para tratar de continuar en el poder.
Así durante el 2012 y 2013 se terminarán las nuevas normas de gobernanza comunes presupuestarias, fiscales y económicas de Eurolandia. Control común de los presupuestos, evolución hacia una armonización fiscal , una repatriación de los mercados financieros en Euro en Eurolandia, fortalecimiento de la reglamentación financiera, agencia de calificación europea, imposición a las transacciones financieras, Eurobonos, instauración de un nivel máximo de exposición de las deudas gubernamentales en los mercados financieros externos a Eurolandia,…
Simultáneamente en estos dos años se acelerará la diferenciación entre Eurolandia y UE. Es un fenómeno que caracterizará toda la década. Eurolandia que funciona bastante en forma de redes informales tendrá que dotarse progresivamente de bases institucionales. Serán ligeras porque nadie quiere reproducir la burocratización que se calcificó definitivamente a Bruselas; pero a semejanza de BCE, de MEDE, una secretaría de gobernanza de Eurolandia se planteará necesaria, muy rápidamente a continuación, algunas instituciones específicas así como un componente determinado de Eurolandia en el Parlamento Europeo (reuniones reservadas para los diputados europeos de los países de Eurolandia para discutir temas específicos en Eurolandia, similar a las cumbres de Eurolandia). Esta evolución será tanto más fuerte y rápida cuanto que el Reino Unido intentará ir más despacio o bloquear las acciones de Eurolandia. Tuvimos ya un ejemplo del efecto contra producente del veto británico en diciembre último, sencillamente obligó a los otros a avanzar sin Londres.
En general, los Eurolandeses procurarán utilizar las instituciones comunitarias existentes apartando a los no Eurolandeses de los procesos de decisión. Cada vez que sea imposible o demasiado complicado, se creará un nuevo basamento institucional. Esta evolución será tanto más fácil ya que el conjunto de los países de la Unión Europea, salvo el Reino Unido, están siendo conducidos por la adhesión al Euro . La mayoría de los países de la Unión Europea saben que estarán en Eurolandia de aquí al 2017; lo que facilita ampliamente las mutaciones de Eurolandia en los próximos años.
Así, después de una quincena de años de errores bajo influencia británica y estadounidenses, durante los cuales los europeos se extraviaron en proyectos de ampliación sin futuro (Turquía, Ucrania), a estrategias económico-financieros ilusorios (estrategia de Lisboa, …), los próximos años se caracterizarán por el retorno a la integración política y económica, como era el caso durante el primer renacimiento comunitario de los años 1984-1992.