La pasada semana se consolidaron niveles en las bolsas internacionales previo a la traca final de acontecimientos y datos económicos que nos espera la semana entrante. En Europa se consolida el EuroStoxx por encima de los 3.500 puntos subiendo un 1,27% en la semana y en Estados Unidos se tantean los máximos históricos con una subida semanal del S&P 500 de un 1,65%. El mensaje del BCE anunciando que tomará más medidas de estímulo, incluido un nuevo QE, debería suponer un nuevo apoyo a los activos de riesgo pero el pesimismo económico que transmitió sobre la economía europea y que le va a llevar a tomar estas medidas generan dudas entre los inversores que siguen apostando mayormente por la deuda. La Tir del bono alemán a 10 años se acerca nuevamente al -0,40% y el interés exigido a la deuda española baja del 0,40%.
Intentar predecir el comportamiento de los mercados en la semana que entramos se antoja tarea harto difícil y creo que por salud mental no conviene ni intentarlo. La cantidad de estímulos que vamos a recibir a lo largo de esta semana nos puede llevar al borde de la epilepsia, así que mejor dejarnos dominar por el síndrome pre vacacional y tomarnos los acontecimientos con tranquilidad. Si tendríamos que numerar los principales eventos que en la actualidad tienen implicaciones para la inversión y el comportamiento de los mercados nombraríamos los que se van a producir esta semana. Reuniones de tipos de bancos centrales (la Fed, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra), publicación de resultados empresariales de importantes compañías (Apple (NASDAQ:AAPL), BNP (PA:BNPP), BBVA…), PMI manufactureros de las principales economías internacionales, IPCs de las principales economías, PIBs en Europa, desempleo en Europa y Estados Unidos y por si fuera poco reunión de delegaciones de EE.UU. y China para avanzar en las negociaciones sobre sus relaciones comerciales.
El escenario con mayores probabilidades de estos acontecimientos es: la Fed bajando un cuarto de punto los tipos de interés y apuntando sobre futuras bajadas, resultados empresariales mejorando expectativas, datos macro mejores en EE.UU. que en Europa y negociaciones constructivas sobre el conflicto proteccionista. Es probable que nos quedemos al final de semana por lo menos con una conclusión clara: la divergencia entre la economía europea y estadounidense es cada vez mayor.
Europa va a necesitar una economía global fuerte para mantener el tono porque los estímulos de su banco central, a parte de perjudiciales para el sector financiero, ya no hacen el efecto deseado porque el enfermo está saturado de esa medicina. Otra situación tendríamos si el BCE hubiese tenido tiempo de limpiar la sangre del paciente normalizando los tipos. Pero no ha llegado a tiempo. Y ahora cualquier medida proteccionista contra Europa que afectase a las relaciones comerciales globales del viejo continente tiene un efecto negativo duplicado. Las bolsas europeas podrían sufrir mucho ante una circunstancia de este tipo siendo, en mi opinión, la mayor amenaza en los próximos meses por delante del propio Brexit.
Pero, como comento, por ahora mejor dejarnos llevar por la perspectiva de relajación que supone disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y en estas fechas no tomar decisiones radicales aunque quizás si convendría mantener la caña preparada por si surgen oportunidades de entrada que en el mes de agosto suelen aflorar.