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Obsesiones y vicios del analista técnico: literatura y bolas de cristal

Publicado 08.02.2018, 08:28
Actualizado 09.07.2023, 12:32

He compartido estudio y trabajo con varios analistas técnicos de mercado. Algunos de ellos, con una visión excelente del posible escenario en el marco de tiempo en el que ellos trabajan. En ciertos casos, de lo precisa que es esa visión, parece asombroso.

Ese nivel de análisis y proyección es el que deseamos todos; poder concluir el desarrollo de un activo con la máxima precisión posible con el fin de replicar el movimiento del mercado a nuestro favor.

Para ello, solemos acercarnos a la literatura existente sobre análisis técnico o bien, en los días en los que vivimos, vídeos de formación, patrones y estructura de gráficos. A este aumento de capital intelectual no siempre se le suma una mejora de resultados. Desde luego, se hace necesario un cierto conocimiento del análisis técnico para la operativa, pero observo dos vicios inherentes a este aumento del conocimiento técnico.

1. Fijación por metas y números

Entendemos que un rebote o corrección debe llegar a un punto concreto, porque coincide con una unidad móvil o un punto de Fibonacci, o bien porque es una resistencia o soporte anterior. El hecho de haber estudiado ciertos instrumentos nos hace un poco esclavos de ellos, más aún cuando en esos libros o vídeos vemos ejemplos maravillosos de desarrollo de patrones que se ejecutan de forma fantástica. La legitimidad que damos al libro nos hace creer lógico que el precio haga lo que nosotros esperamos en función de los ejemplos que hemos estudiado. Cuando el mercado no reacciona de esa manera, pensamos que el mercado actua erróneamente o de forma malintencionada para beneficio de pocos y desgracia nuestra.

En este punto, me gustaría aclarar que las proyecciones que hacemos mediante el análisis técnico deben primero tener hipótesis y contrahipótesis. Obsesionarse con una idea fija no tiene nada que ver con la fe en uno mismo. Simplemente, es terquedad. Se puede ganar dinero estando equivocado, aunque suene paradójico. Yo puedo tener una visión alcista pero al mismo tiempo estar preparado con una orden de venta para un cambio de escenario.

En otras ocasiones, puedo acertar en la dirección pero errar en la proyección. Salir antes de tiempo. Suele ocurrir por tres razones:

a) Incapacidad para hacer lo que sabemos que debemos hacer.
b) Miedo a perder lo que llevamos en verde.
c) Pensamos que en determinado nivel el mercado cambiará de dirección porque en nuestro análisis nos da ese número y allí nos plantamos.¡

Bien, ¿para qué jugar a ser visionarios? No hay mejor escenario que ir con el mercado. Cuando lleguemos a niveles previstos en nuestro análisis podemos cerrar parte de nuestra posición pero, ¿Es realmente necesario concluir que absolutamente todo nuestro análsis se va a cumplir a la perfección? Puedo dejar una parte abierta, con un nivel de beneficio asegurado por Stop y que el mercado decida en que momento la posición deja de ir en paralelo con el movimiento. En muchas ocasiones, he visto resistencias insalvables que al final, para mi sorpresa, han cedido. Mi error de análisis pensando que esa resisitencia será el final del movimiento no me impide seguir acumulando beneficios ya que yo no pongo techo a mi propio movimiento. Se lo dejo al mercado.

2. Bolas de cristal y dominio del futuro.

Existe una obsesión generalizada por el dominio del futuro. Reconozco que alguna vez he soñado con mecanismos que me marcan entradas y salidas a modo de máquina del tiempo. Es bonito soñar, aunque pienso que es más interesante hacerlo con metas que puedas lograr para, inmediatamente, pasar con otras de un nivel superior. Esa obsesión por el futuro nos hace pensar que debemos decidir un nivel al que el precio probablemente pueda llegar para actuar en consecuencia. Compro o vendo esperando el tramo desde donde estoy hasta el nivel futuro con el que estoy especulando. La primera idea que sugiero es eliminar la idea de futuro. No existe. No sabremos nunca qué va a suceder. No es nuestra obligación saber a qué precios va a cotizar un activo dentro de tres horas, mañana o la semana próxima. Por sencilla, esta idea suena vaga. Sí, quizá es decir algo obvio, pero la realidad diaria en un gran número de pequeños inversores es el deseo de lanzar hipótesis con la idea de que se cumplan para su gozo económico y personal. El mercado no paga extras por acertar niveles futuros. El mercado paga por la diferencia entre el precio de entrada y el de salida, menos comisiones.

Yo no sé que va a pasar, pero sí veo dónde nos encontramos en este momento.

Puedo comprar y vender siempre y cuando tenga un nivel de beneficio riesgo a mi favor. Si para llegar a un nivel que nosotros creemos posible damos más stop que tramo de beneficio, dejamos toda la responsabilidad a nuestra visión. Si tenemos en cuenta la viabilidad de riesgo beneficio y entramos en niveles donde tenemos una fluidez interesante con un stop corto, estadísticamente ponemos las matemáticas a nuestro favor.

¿Quá más da si es compra o si es venta? ¿Qué más da si el precio llega a donde nosotros habíamos previsto? Vayamos con la tendencia hasta que el mercado decida que el movimiento se ha agotado. Si por algún motivo el precio llega justo a ese nivel que tú habías previsto, alégrate si quieres, pero mejor no te acostumbres a operar en función de visiones personales y sí atendiendo a lo que el mercado está dispuesto a subir o a caer.

Hagámonos de forma humilde estas preguntas:

- ¿Quién nos asegura que nuestra visión es correcta?
- ¿Estoy preparado para hacer lo contrario de lo que estoy pensando como más probable?
- Si mi visión era acertada, pero inferior a lo que yo había pensado, ¿Tenemos mecanismos para seguir en la tendencia o ya estamos fuera por excesiva fe en nuestra visión?

Saber tomar beneficios en puntos de interacción es materia casi obligatoria en esta profesión. Si sólo nos centramos en conseguir puntos concretos que nosotros estimamos, sin tomar algo de provecho cuando el mercado da pautas para ello, nos convertiremos en traders de fe y alejados del mercado.

Es frustrante perder una gran cantidad de beneficios por no haber tomado parte en ellos pensando que el movimiento iba a llegar mucho más lejos o a un punto que nosotros veíamos escrito claramente con letras de diamante. Es lógico proyectar una meta, pero quizá, en las sucesivas etapas que se van dando antes del objetivo final, habría que tomar parte en esos beneficios. Primero, porque el mercado muestra esas zonas de aperturas y cierres de posiciones con claridad y no son casuales. Segundo, porque... ¿Quién nos asegura que nuestro análisis es correcto y llegamos a X?

¿Es mejor el dinero que se gana acertando o adivinando el futuro que el que se gana siguiendo la tendencia sin más?

En resumen, el estudio del análisis técnico es indispensable, pero no mezclemos obsesiones nuestras en las proyecciones que hagamos. Esos patrones que estudias en análisis técnico están para hacerte entender dinámicas y probabilidades en los gráficos. No son ciencia exacta. No quememos nuestros libros de análisis técnico cuando nos falle un patrón descrito en él. El mercado paga por la negociación, no por el conocimiento de vocabulario, indicadores y patrones clásicos. No descuidemos nuestra actividad primordial: negociar en niveles donde perdamos poco en el peor escenario y tengamos recorrido. No te creas demasiado tus propias proyecciones futuras. Ve tomando parte de lo que el mercado va dejando tras de sí. Cuanto más cerca se está de la predicción y la adivinación, la negociación bursátil pasa a ser un acto de fe.

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