La rentabilidad del bono estadounidense a 10 años ha caído hasta 2,072%, nivel mínimo desde el día 9 de noviembre después de las elecciones presidenciales. La caída de la rentabilidad de la deuda en plazos largos, en el tramo largo de la curva, llega en un momento poco deseable para la Reserva Federal (Fed) y forma parte del debate sobre las posibilidades de continuar con el proceso de normalización y subidas de tipos oficiales ante la delicada situación de aplanamiento de la curva de tipos.
Inversamente a la marcha de los tipos, el precio del bono a 10 años ha subido en un proceso de rebote técnico de medio plazo (anticipado gracias a lecturas COT, de análisis técnico y otros que permitieron a nuestros lectores comprar en mínimos) que de momento ha impulsado la cotización al alza recuperando niveles de noviembre del pasado año.
La mayoría de miembros de la Fed, incluida la presidenta, Janet Yellen, defiende un escenario de inflación al alza y a pesar de la tozudez de los índices de precios en no alinearse con el escenario previsto por las autoridades, estas mantienen aún expectativas positivas.
La señora Lael Brainard, miembro del Consejo de Gobierno de la Fed, sin embargo, ha afirmado este martes en declaraciones ante el Economic Club de Nueva York que una inflación persistentemente baja podría dificultar la continuación del proceso de subidas de tipos de interés.
“We have been falling short of our inflation objective not just in the past year, but over a longer period as well. My own view is that we should be cautious about tightening policy further until we are confident inflation is on track to achieve our target,”
Al margen de las expectativas y anhelos de la Fed por conseguir una inflación al alza pero controlada, las autoridades son también conscientes de los riesgos de continuar subiendo tipos en ausencia de presiones inflacionistas y, además, con los tipos largos en mínimos.
El trabajo de banquero central es especialmente complejo y menos grato que en tiempos pasados. El riesgo de equivocarse y los peligros derivados de tomar decisiones erróneas en un entorno económico y financiero como el actual son muy serios.
El peso y responsabilidad de tal desafío, o quizá también motivos personales, han invitado al vicepresidente de la Reserva Federal, Sr. Stanley Fischer, a presentar ayer su dimisión por sorpresa y casi un año antes de la fecha de vencimiento de su mandato, con un escrito remitido al presidente Donald Trump que incluía el siguiente párrafo:
“Le escribo para comunicarle que debido a motivos personales es mi intención renunciar a mi puesto como miembro del Consejo de Gobierno de la Reserva Federal el próximo 13 de octubre de 2017 o en torno a esta fecha”,
La salida de Fisher deja el Consejo de Gobierno de la Fed con cuatro vacantes y facilita al Sr Trump la oportunidad de imprimir su huella en el órgano de decisión de política monetaria estadounidense, nombrando para esos cargos a personas afines.
Observando el comportamiento bajista en bolsa de los bancos de Estados Unidos, se intuye que no parecen haber comenzado todavía la compra de autocartera que les permitió la Fed tras el aprobado casi general del último test de stress llevado a cabo a principio de verano.
El sector en su conjunto está corrigiendo en bolsa, en parte afectado por el estrechamiento de diferenciales o aplanamiento de la curva.
El comportamiento relativo del sector respecto del índice S&P 500 continúa en la tendencia desfavorable iniciada a principios de año y sin visos de finalizar pronto.
El aplanamiento de la curva de tipos de interés USA tomó un respiro en las primeras semanas de junio pero ha regresado a la tendencia que podría culminar con la curva definitivamente invertida, con el consiguiente aumento de riesgo de recesión económica.
La correlación entre la evolución de la curva de tipos de interés y el diferencial de comportamiento del S&P 500 y el sector bancario es muy estrecha. La imagen siguiente muestra la correlación y sugiere posibilidades de caída adicional de las cotizaciones del sector frente al mercado.
El comportamiento de los inversores en mercados de deuda estadounidense, monetarios, es de desconfianza respecto del controvertido asunto del techo de deuda y supone una gran anomalía para el tramo corto de la curva de tipos de interés.
Los inversores están vendiendo títulos con vencimiento en octubre, ante el temor a un eventual encallamiento de negociaciones que provoque la suspensión del pago de los intereses de esos títulos de deuda. vean gráfico:
Una nueva anomalía a considerar por las autoridades monetarias que parece comenzará a corregirse muy pronto, aunque podría regresar en un trimestre, me explico: El presidente Trump ha sabido utilizar la necesidad urgente de fondos originada por el huracán Harvey para pactar una extensión del techo de deuda con el partido demócrata aunque sólo de tres meses, un desenlace esperado y anunciado en post reciente.
Mr. Trump aspiraba a extender plazo 18 meses y aplazar las difíciles negociaciones hasta después de las elecciones “midterm” pero los demócratas, en una decisión de cálculo político, han accedido a conceder sólo tres meses y con el fin de no bloquear la financiación ahora que es tan urgente para atender a los damnificados y reparar las infraestructuras dañadas por el huracán.
Lo contrario, bloquear las negociaciones y el dinero necesario para reparar la devastación producida por el huracán, hubiera sido excesivamente impopular. Los demócratas mantienen cierto poder que ejercerán de nuevo de aquí hasta la fecha de vencimiento de la extensión concedida para el techo de deuda, el 15 de diciembre.
Las bolsas cerraron la sesión de ayer en tono ligeramente positivo, los índices recuperaron de media un +0,30% tras las caídas del día anterior y el sector bancario consiguió subir ayer tras sufrir el día anterior la peor sesión desde mayo
Las lecturas y perspectivas técnicas del mercado son de máximo interés, la patada hacia adelante del Sr Trump, ganando tres meses de alivio antes de tener que enfrentarse de nuevo a unan compleja realidad, puede calmar la tensión y temor de algunos inversores aunque previsiblemente no modificará los escenarios ni tendencia más probable proyectada para el próximo futuro de las bolsas.
Tampoco parece un evento de suficiente calado como para alterar el comportamiento de otros activos como el dólar, bonos largos o crudo, sobre los que mantenemos estrategias abiertas y proporcionando interesantes rentabilidades.