Iniciamos una semana que puede traer novedades importantes que afecten a la evolución de los mercados. A media semana conoceremos las decisiones en materia de tipos de interés, tanto de la Reserva Federal Fed como del Banco Central Europeo (BCE). Parece que el consenso de los analistas apunta a un incremento en Estados Unidos hasta el 1,75-2,00%, pues se dan circunstancias favorables para ello, con un buen crecimiento, inflación controlada y, sobre todo, una tasa de paro especialmente baja (la menor desde el año 2000).
Más complicado lo tiene el BCE para retirar los estímulos económicos y, por supuesto, para dejar atrás la política de tipos 0, ya que a una economía global que no acaba de despegar se le une la incertidumbre que genera la situación política en Italia, cada vez más farragosa. Buena prueba de esto último es la evolución reciente del FTSE MIB italiano, que desde comienzos de mayo ha caído un 13%; en este tiempo ha pasado de ser el más alcista, con diferencia, de Europa, a disputarle al Ibex el dudoso honor de ser el peor en el conjunto del año.
Por otro lado, se siguen produciendo las mismas correlaciones cuando comparamos los índices estadounidenses con los europeos: las velas semanales que nos dejan los estadounidenses son, simplemente, de continuidad alcista; con todos los matices que queramos, pero alcistas. Las que nos dejan los europeos son, sencillamente, de continuidad bajista; con todos los matices que queramos, pero bajistas. La excepción, curiosamente, es un Ibex cuya vela semanal es de indefinición.
Es tremendamente complicado que los selectivos europeos puedan subir de manera recurrente con un índice sectorial bancario tan, tan tocado, y con claros síntomas de continuar con la misma tónica. Cuidado, que está a poco más de un 1% de sus mínimos de mayo; muy pendientes, por tanto, de los 110 puntos que, por añadidura, es el 50% de toda la subida que se inició en julio de 2016.