Cuando se acerca el final del año en el calendario gregoriano parece inevitable hacer un balance del mismo e incluso intentar pronosticar lo que sucederá en el siguiente. Todo esto, sin considerar que un cambio de año no supone un cambio relevante, sino una manera práctica que el ser humano ha encontrado de ajustar el calendario a la astronomía. Básicamente es una forma en que las estaciones y el calendario civil se mantienen alineados.
Pero inevitablemente el año de 12 meses marcará siempre la referencia para definir los patrones del pasado, que luego se utilizarán para intentar predecir el futuro. ¿Deberíamos considerar otros patrones temporales en el mundo económico para hacer los pronósticos?
Siempre que llega el final de año me hago esta pregunta y quedo convencido de que los patrones temporales que deberíamos utilizar son otros, como los ciclos económicos, los ciclos de tipos de interés o cambios políticos. Además, es bastante habitual que se intente dar una visión de cambio de tendencia simplemente por que hay un cambio de año y alimentado por sensacionalismo innato instalado en el ser humano. Entonces es cuando llegan los pronósticos más equivocados.
Me hago la pregunta y quedo convencido de la respuesta, pero a pesar de ello uno es débil, el papel de analista económico me abduce y no resisto la tentación de hacer un balance del año económico gregoriano que termina y hacer una proyección del siguiente. Aunque en este ocasión, como leerán, si no les he aburrido en este punto, he sido un poco condescendiente conmigo mismo y para no sentir que actuó en contra de mis ideas he utilizado la teoría de “la persistencia meteorológica” que dice que una buena forma de predecir el tiempo que hará mañana es asumir que será similar al de hoy, con unos pequeños cambios. De aquí el título de este artículo “persistencia económica”.
Los factores que han caracterizado el 2024 en el mundo económico han sido, la resiliencia económica, una inflación a la baja, la fortaleza del empleo y del consumo globales y lo más relevante, el inicio de la bajada de tipos de interés. (Este último sí que debería ser un punto en el que hacer balance e intentar proyectar el futuro). Sin olvidarnos de un elemento de fondo que podemos considerarlo como tractor este año, la toma en conciencia de la importancia que la inteligencia artificial va a tener los próximos años en el mundo económico.
Consecuencia de todo esto es que se ha logrado un aterrizaje suave y las bolsas han hecho una escalada espectacular, si lo miramos con los ojos que teníamos el uno enero. En EE.UU. el S&P 500 ha avanzado hasta ahora un 24%, apoyado en la tecnología y la inteligencia artificial que el Nasdaq 100 representa y que hace acumular a este índice una rentabilidad del 30% en lo que va de año.
En Europa el Eurostoxx 50 acumula una rentabilidad del 7,53%, que refleja la disparidad de comportamiento con la primera economía mundial.
En el ámbito político la relevancia se la lleva la reelección de Donald Trump como presidente de los EE.UU. Un hecho que ya ha provocado cambios en los mercados que continuarán reflejándose en el próximo año. (Otro momento clave que podría servir de referencia temporal para marcar patrones y hacer proyecciones) En Europa, la inestabilidad política en Francia y Alemania lastra la toma de posibles medidas para reactivar sus economías, siendo esto una clara divergencia con la situación en EE.UU.
Hasta aquí lo que ha sucedido, ahora toca la proyección para 2025. Teniendo en cuenta que los hitos relevantes que pueden condicionar los mercados los próximos meses ya se han dado, como han sido el inicio de la bajada de tipos y la reelección de Trump, solo nos queda aplicar la teoría de la “persistencia meteorológica” que en este artículo adopta la forma de la “persistencia económica”.
En 2025 continuará la fortaleza económica en EE.UU. las medidas anunciadas por Trump en su programa electoral como la reducción de impuestos para las personas y las compañías, así como la desregularización de trámites, van a ser un acicate para mantener la robustez de su economía. Estas junto con las medidas arancelarias, que también ha anunciado, hará más difícil cumplir con el objetivo de inflación y la Reserva Federal se verá obligada a bajar los tipos más lentamente. Esto ya lo dejó claro Powell en la comparecencia de la pasada semana, tras la última bajada de tipos aplicada.
En Europa la situación de raquítico crecimiento económico exigirá un mayor ritmo de bajada de tipos y medidas fiscales que deberán ser aplicadas cuando se constituyan los gobiernos de Francia y Alemania.
En los mercados, estas proyecciones dejan clara la predilección por la renta variable de EE.UU, con especial interés por las Small Caps o compañías de menor capitalización que van a ser las más beneficiadas por las medidas del nuevo presidente. Menos impuestos y más aranceles que potencian el negocio de las compañías locales hicieron que en el anterior ciclo de Trump en el gobierno estas compañías sacaran ventaja a las Large Caps o compañías de gran capitalización. La tecnología se mantendrá sólida, especialmente en todo lo relacionado con la inteligencia artificial porque queda mucho recorrido para implantar esta tecnología en todas las compañías y negocios del mundo, estamos solo ante la punta del iceberg.
Quizás el ritmo de la bolsa de EE.UU. se ralentice a inicio del año. Teniendo en cuenta las valoraciones actuales quizás los avances en 2024 se han comido ya parte de su recorrido, pero por ahora es un activo a mantener en carteras.
Respecto a la Renta Fija se espera mejor comportamiento de los activos europeos que de los americanos, siendo la predilección por la deuda corporativa investment grade europea. El mayor ritmo de bajadas de tipos previstos en Europa la hace claramente más atractiva respecto a la de EE.UU. Es precisamente esta discrepancia en la política de tipos de ambas economías lo que hace esperar un fortalecimiento del dólar, la paridad con el euro podría llegar en 2025.
Como se ve, para 2025 se prevé una situación similar a la de 2024, con unos pequeños cambios que pueden llegar por unas buenas noticias en las tensiones geopolíticas o quizás por una mejoría en los datos económicos en el viejo continente que genere alguna oportunidad en sus bolsas a los que deberíamos estar atentos.
¡Feliz 2025 y que nos traiga grandes oportunidades!