Así se expresaba el navegante Bernard Moitessier. Pionero en la navegación mundial, referente en travesías por mares y océanos, y que jamás podría haber conseguido hitos sin su velero, sin el mar y sin la fuerza del viento, el resto lo ponía él. La resistencia, la astucia, la fuerza física y psicológica, la tenacidad y así un sin fin de valores que le merecieron logros y gestas aun hoy dignas de ser contadas.
No es ni mucho menos diferente al panorama de hoy. La gran mayoría desconoce lo que realmente está pasando. No es ni malo ni bueno, pero la relevancia de los acontecimientos bien merecen una explicación global. Los tiempos marcan el ritmo de los acontecimientos y pocos saben qué música está sonando.
El esperpento en el tratamiento del modelo social y económico actual queda muy lejos del que realmente es. Las instituciones, los gobernantes y la sociedad caminan a ritmo desacompesado a merced de que no es el ritmo adecuado.
Sin viento ni mares no hay veleros ni logros. Quien debe imponer los medios y quien debe aunar en el esfuerzo. Los modelos anquilosados en el pasado y las mentes ancladas en un presente estancado hacen que los veleros de todos ellos sigan atracados en un puerto sin nombre a pesar de haber mares y oceanos esperando a ser surcados.