Hemos comido este fin de semana con la familia Buedo Martínez. Andrés Buedo es dueño de una empresa de elaboración y reciclados de palés (plataforma hecha con palos de madera para apoyar las mercancías empaquetadas durante su transporte). Desde su despacho pulsa minuto a minuto el trasiego de mercancías por el Reino de España. Cuenta con clientes afincados en el Norte, en el Sur, en el Este y en el Oeste. Su empresa me ha servido en numerosas ocasiones de guía, de termómetro. Nada mejor para evaluar la situación que la dimensión de la logística, que te brindan empresas como las de Andrés. De manera particular, he viajado mucho en el último mes, principalmente desde el centro al Oeste, Norte y Este de la Península Ibérica. Apenas circulan camiones, un indicador fehaciente de lo que se cuece en la gran cocina de la economía española. Siento que el Reino de España sufre una parálisis total "¿Esto es así o es una mala sensación mía?", le pregunto a Andrés. "Lo que sucede ahora", me responde Andrés, "es peor de lo que parece. Sólo un control férreo de costes, una gran disciplina en el trabajo, con muchas más horas dedicadas a la empresa para obtener un tercio menos de lo que se ganaba hace cuatro años, y la fidelización de los buenos clientes (muchos dejaron de pagar hace dos años) me permite cerrar con dignidad los presupuestos. Constato, también, una parálisis creciente. La gente sigue esperando el milagro, mira para otro lado, no quiere afrontar una realidad, cada vez más inquietante. Sabemos que hemos entrado en el túnel, pero seguimos sin ver la luz, que delata su final..."
Y a partir de ahí, un monólogo estremecedor, que se encargan de romper de manera alternativa, su mujer y la mía...
"Sí, inquieto por la incertidumbre, por la tardanza en salir de la Crisis, por la sensación de que hemos entrado en un punto de no retorno y por la seguridad de que lo que queda por llegar será aún peor. Apuesto por una vuelta a los años 70 con los mimbres de ahora. No creo en grandes conmociones geopolíticas, que termine en guerras y desafíos, pero sí en la instalación de la pobreza, con el Estado de Bienestar hecho añicos. No se trata de apretarse el cinturón, sino de algo peor: amplias capas de la población no tienen grasa ni músculos suficientes para afrontar el largo invierno ¿Hasta cuándo?..."
"Es muy difícil de medir el tiempo, la duración de este proceso, porque, entre otras cosas, en la España de hoy aún sigue vivo el rescoldo de la España del Pelotazo ¿De qué se hablaba hace cinco años, incluso menos, en los bares, cafeterías, terrazas, empresas, en las familias? La conversación general, casi la única, era: he dado la entrada de un piso en Cuenca, Albacete, Ávila, León, Valencia, Burgos, Madrid, Málaga y/o en cualquier ciudad, pueblo o pedanía de España, porque mañana valdrá el doble. Piso que financio con el alquiler. Y, así, sucesivamente. Toda España se fumaba un puro al sol esperando que la entrada que se había dado para un piso o apartamento se convirtiera en la gallina de los huevos de oro, un huevo con el que dar más entradas, más huevos y más entradas para pisos, naves, almacenes..."
"Amigo Romero, esta historia que te voy a contar es espeluznante. Presta atención. Hace cinco años trabajaba en mi empresa un mozo de almacén, con un sueldo mensual de 1.200 euros de media. Vendió su piso en Fuenlabrada (Madrid) por 180.000 euros y se compró con el importe un chalet en Casarrubuelos (TMadrid) El chalet, dijo él, empezó a subir de precio como la espuma. Como la tendencia le era favorable, siempre según su criterio, hipotecó este chalet y pidió un crédito adicional para comprar una gran casa en Cubas de la Sagra (Toledo)..."
"Al cabo de muy poco tiempo puso en marcha su especial proceso especulativo: vender el chalet de Casarrubuelos y con el importe conseguido amortizaría la hipoteca pendiente y el posterior crédito inmobiliario. Pero no hubo tiempo ni lugar. El cántaro del cuento de la lechera se rompió antes de llegar a la fuente. No pudo vender nada y hoy está missing, desaparecido en combate..."
"Respeto todos los oficios y condiciones del ser humano. La historia que te cuento es cierta y es de un mozo de almacén que trabajó en mi empresa. El virus del Pelotazo se ha metido en la sangre del Reino y de España, hasta contaminarla, y será muy difícil eliminarla. A los humanos nos cuesta reconocer nuestros errores. Por eso culpamos ahora a Alemania y a su canciller Ángela Merkel de todas nuestras penas y desastres sin admitir que ni Ángela Merkel ni el gobierno alemán nos han puesto la pistola en el pecho para que nos endeudemos y endeudemos a nuestros hijos y nietos con la compra de un mercedes, televisiones de plasma, vacaciones en alta mar, móviles de última generación y demás bagatelas..."
"Abandonar la idea del Gran Pelotazo, del Pelotazo por el Pelotazo y huir de la especulación atroz es clave en el proceso de salida de la situación en la que nos encontramos. Unos y otros, viejos y jóvenes debemos tomar nota y poner manos a la obra. Pero ¡hace tanto frío en estas mañanas de diciembre!..."