En Argentina estamos empezando a ver el desabastecimiento de productos en los supermercados, a causa prdesabastecimeintoincipalmente del control de precios que impone la Secretaría de Comercio. Esto provoca que las empresas industriales no puedan trasladar los incrementos de costos de la mano de obra sindical y de los insumos (que van al ritmo de la inflación), al precio de los productos en la góndola y por ende al consumidor. Esta ecuación no es sostenible en el largo plazo ya que las compañías empiezan a deteriorar su rentabilidad, por lo que podrían llegar a encontrarse en una situación de pérdida, lo que les haría cuestionar su activa participación en el país.
Adicionalmente, la producción se está viendo afectada en forma negativa por la restricción al acceso de divisas para la importación de materias primas y de bienes de capital que permitirían ampliar la producción y la oferta de bienes en un mercado que está saturado debido a la falta de inversión.
La prohibición de avisos publicitarios en los diarios es otro factor que impacta negativamente en la comercialización de productos por parte de los supermercados.
Si bien la ASU (Asociación de Supermercados Unidos) niega señales de desabastecimiento de productos alimenticios, en algunas góndolas se notaron faltantes de productos de primera necesidad tanto en los barrios porteños como en el conurbano, a causa de los controles de precios.
Por su parte los supermercados chinos, liderados por Miguel Calvete (director ejecutivo de la Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas de la República Argentina – FESACHdesabastecimiento 2) denuncian la falta de productos, sostienen que los proveedores están entregando menores cantidades de los productos básicos, que son en general los que están con precios congelados. Pero en cambio, reciben buena cantidad de los bienes más selectivos que no se ven afectados por el congelamiento. Estas declaraciones se basan en un estudio elaborado por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECO) sobre más de 800 puntos de venta en todo el país. En general se observó la falta de productos primarios y de limpieza como la lavandina, el papel higiénico y los rollos de cocina, en especial aquellos comunes, mientras hay stocks completos de productos de primeras marcas, que se encuentran liberadas del control gubernamental.
Estas medidas tomadas por el Gobierno están fomentando que las compañías lancen al mercado nuevos productos con un valor agregado diferencial (ya sea vitaminas, fortificaciones, etc.) los cuales se encuentran fuera de la lista de bienes regulados, dando prioridad en su producción a éstos y no a los que están afectados con precios bajos.
La Sociedad Rural Argentina (SRA) también expresó su desacuerdo con el congelamiento de precios, advirtiendo que incentiva el desabastecimiento. Además agregó que esta medida para frenar la inflación ya ha demostrado su fracaso tanto en la historia argentina como en el mundo. De esta forma son los productores agropecuarios y los consumidores los más perjudicados.
En conclusión, este intento del Gobierno por combatir la creciente inflación que acecha a los argentinos, en el corto plazo debería basarse en una política de reducción de la emisión monetaria junto con la baja de tasas de interés. Y en el largo plazo apuntar a soluciones como podría ser la promoción industrial y el incentivo a la inversión extranjera en el país para conseguir mayor capacidad de producción y oferta de bienes logrando así abastecer a un mercado demandante y en continuo crecimiento, que aún no logra ser satisfecho.