Si lee revistas, ve las noticias o simplemente participa en redes sociales, seguramente será consciente de que el mundo nunca ha estado más interconectado. Sin embargo, no se trata de un fenómeno nuevo: en el ámbito económico y a medida que avanzan los años, el mundo cada vez más es más pequeño. Por desgracia, muchos inversores están empezando a intuir sus efectos, pero, por más que los reconozcan, siguen sin invertir en el extranjero. De ello, se desprende que muchos están perdiéndose algunas de las mejores oportunidades del mundo.
Una de las razones que se argumentan para no invertir a escala mundial es que se considera que las acciones extranjeras son más arriesgadas que las nacionales. Persiste un miedo inherente a lo desconocido que olvida que el riesgo real es el de perderse todas las oportunidades que ofrece el planeta y concentrarse demasiado en un solo país. Para la mayoría de los inversores, la lógica de la diversificación es intuitiva: repartir el riesgo entre varios países puede servir de protección frente a las crisis, corrientes generales u otros eventos que afectan severamente a un mercado concreto.
Los mercados bursátiles son globales desde siempre
A pesar de que hace solo unas décadas no se percibía así, la conexión entre las economías abiertas es más que evidente hoy: lo que sucede en un país desencadena efectos apreciables en otro. Esta idea vale también para los mercados bursátiles que, si bien pueden diferir en resultados, rara vez lo hacen en la dirección de sus tendencias. De hecho, cuando se mueven de manera dispar, a menudo se alinean rápido.
Tal como sugiere la teoría financiera, todos los índices bien formulados deberían alcanzar unas rentabilidades similares a largo plazo. Desde que la información disponible es fiable, esta indica que los mercados desarrollados no estadounidenses han cosechado una rentabilidad anualizada del 9,1%, frente al 10,2% del norteamericano. La figura 1 muestra la estrecha relación entre dos índices bursátiles generales a lo largo de casi 50 años de historia, el S&P 500 y el MSCI EAFE, que representan a EE.UU. y al resto del universo desarrollado respectivamente.
Figura 1: La rentabilidad anual de los índices S&P 500 y MSCI EAFE muestra una estrecha correlación
Fuentes: Global Financial Data, rentabilidad total del índice S&P 500 y rentabilidad neta del índice MSCI EAFE entre el 31/12/1969 y el 31/12/2018. La información se presenta en dólares estadounidenses, conque las fluctuaciones de los tipos de cambio entre el dólar estadounidense y el euro podrían dar rentabilidades superiores o inferiores.
Estos factores han ejercido su influencia en las acciones desde hace mucho tiempo. Podemos retrotraernos al crac de 1929 y a la Gran Depresión, cuya información sobre todo hace hincapié en las acciones y la economía estadounidense y obvia los sucesos posteriores desencadenados en otros lugares. En realidad, los mercados de valores se desplomaron en todo el mundo, incluso antes en otras latitudes: los parqués del Reino Unido y Alemania alcanzaron su punto máximo en 1928, mientras que en Francia se mantuvo plano y en EE.UU. continuó subiendo hasta el año siguiente. Las señales de un gran batacazo llegaban de todas partes, pero los inversores estadounidenses estaban demasiado ciegos como para atenderlas. Este es un buen ejemplo de la estrecha correlación entre los mercados internacionales y de por qué es pertinente vigilarlos, incluso aunque no se prevea adquirir acciones extranjeras.
No afirmamos que el mercado estadounidense y los del resto del mundo siempre oscilen en paralelo. Ni mucho menos, a veces desvían sus caminos y pueden hacerlo durante bastante tiempo: hay momentos en que los valores de EE.UU. sufren una depresión prolongada ‒como durante un mercado bajista‒ al tiempo que fuera del país siguen subiendo ‒o viceversa‒. Con todo, durante periodos suficientemente largos, los comportamientos tienden a converger.
Gestione el riesgo y mejore la rentabilidad
Los inversores entienden la diversificación de la renta variable cuando se refiere a clases de activos o sectores. Entonces, ¿por qué parece desconcertar tanto recurrir a mercados extranjeros? Existe un amplio consenso entre el mundo académico y los profesionales de las finanzas de que diversificar sirve para protegerse de los riesgos propios de una empresa. ¿Qué mejor manera de lograrlo que repartiendo la cartera entre varios países?
En cuanto a la rentabilidad, cuantos más países incorpore, más oportunidades de hacer apuestas de mercado para ampliarla. Si cree que el sector industrial de Alemania probablemente tomará la delantera, aumente su exposición a esa área; si los bancos europeos le transmiten optimismo, incremente su participación en ellos. No necesita acertar en todas las apuestas, una o dos pueden ser suficientes para obtener mejores resultados.
La historia nos demuestra que el liderazgo global cambia de manos continuamente. La figura 2 muestra esta rotación durante los últimos 15 años entre los 23 mercados desarrollados; de ella se extrae la conclusión de que, si no invirtió fuera, es probable que se haya perdido algunas magníficas oportunidades, así que es mejor que no la olvide, con el tiempo le puede salir muy caro.
Figura 2: Los 5 mercados bursátiles más rentables cada año
Fuente: FactSet (NYSE:FDS), a 9/1/2019. Los datos mostrados reflejan el crecimiento de los 5 países con mayor rentabilidad de los 23 países desarrollados que forman el índice MSCI World, entre el 31/12/2018 y el 31/12/2018. La información se presenta en euros, conque las fluctuaciones en el tipo de cambio entre divisas podrían dar valores diferentes. La rentabilidad se considera neta de retenciones fiscales en el extranjero.
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i Fuente: Global Financial Data, rentabilidad total del índice S&P 500 y rentabilidad neta del índice MSCI EAFE entre el 31/12/1969 y el 31/12/2018. La información se presenta en dólares estadounidenses, conque las fluctuaciones en el tipo de cambio entre el dólar estadounidense y el euro podrían dar rentabilidades superiores o inferiores.