El pasado mes de abril, el precio del barril de petróleo West Texas Intermediate (WTI), de referencia para Estados Unidos, cotizó en negativo por primera vez en su historia, con el precio del barril en -37,63 dólares.
Esto se debió al efecto en la demanda de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus, puesto que el consumo se ha desplomado y los tanques de reserva se quedaron sin espacio para almacenar más crudo.
Los mercados de petróleo estadounidense experimentaron lo que se conoce como "contango", que se produce cuando el precio futuro cotiza a un precio más elevado que el actual. Por otro lado, el barril de Brent ha caído en torno a un 64% en lo que va de año.
El crudo es un producto de alta volatilidad, por el lado de la demanda, la volatilidad está principalmente relacionada con el nivel de crecimiento de la economía mundial. Por el de la oferta, tiene tres principales causas: la mayor parte de la producción está concentrada en un reducido número de países, la capacidad de ajustar rápidamente la producción a la demanda es escasa y existen pocos buenos sustitutivos del crudo.
La demanda de petróleo caerá un 9,1% en 2020, se trata de un dato histórico que situaría el consumo de crudo en niveles no 12 registrados desde 1995. Al mismo tiempo, la oferta se reducirá un 14%, pero parece no ser suficiente para evitar el stock masivo que hay.
Actualmente, los contratos de futuros del Brent, que es el barril de referencia en Europa, no superan los 35 dólares hasta marzo de 2021.
Un crecimiento de la oferta superior a la demanda, unido a las desilusionantes perspectivas económicas, pueden llevar al precio medio del barril Brent a 39 dólares en 2020, mientras que el precio del WTI rondaría los 35 dólares por barril.