La titular de la Fed, Janet Yellen, ratificó el viernes la voluntad del organismo de elevar los tipos de interés, actualmente en un rango entre 0,25 y 0,5%, sin dar mayores precisiones. Si bien el dólar se mostró oscilante apenas conocido el discurso de Yellen, finalizó la semana al alza, en la previsión de que habrá cambios antes de fin de año.
Sin embargo, no hubo palabras nuevas, o alguna pista que los mercados no conozcan. La reacción fue la lógica al cierre del día: tasa más alta, dólar alcista. Pero era una verdad de Perogrullo; Yellen no iba a anunciar recortes de la misma, ni mantener la tasa casi en cero mucho tiempo más, como lo hacía Ben Bernanke allí por 2009 o 2010, cuando en cada comunicado se hablaba de una tasa extraordinariamente baja por un tiempo prolongado.
Los tiempos se van acortando, y la presión de los mercados crece. La Fed esgrime argumentos demasiado conocidos para no tomar acción, y Yellen, finalmente, logró el único efecto que probablemente no hubiera deseado: mercados en máximos históricos, economía que crece en cuentagotas, sin mayores estímulos, y un dólar que no presenta una tendencia clara, cuando debería crecer en buena forma para darle fuerza a las exportaciones estadounidenses. Así como están las cosas, la primera impresión es que no hay ningún plan detrás de cada decisión, y que la Fed se va acomodando a los mercados, cuando debería suceder exactamente lo contrario.
Pero los mercados siguen su curso, y esta semana, compartida entre agosto y septiembre, tendrá como mayor atractivo el dato de empleos en Estados Unidos, el viernes. Claro que habrá otros datos para seguir, como el PIB de Canadá, los datos de fin de mes de consumo y gasto personal, confianza del consumidor, etc.
Aunque últimamente a los mercados solo parece preocuparles la cuestión de la tasa. Probablemente, una política más clara y de mejor comunicación de la Fed no harían de cada comunicado un globo cuyo estallido es cada vez más imprevisible. Septiembre será testigo de la sexta reunión de política monetaria, y es seguro que la expectativa será la misma. Mientras tanto, el dólar espera firme, aunque antes de la reunión deberá superar varias pruebas, entre ellas la propia inacción de la Fed.