Oiga usted, que dicen por ahí que va a venir el lobo, que vaya preparándome. Y cuanto más tiempo pasa, menos me lo creo. He estado hablando con expertos del terreno y dicen que por estas tierras ya no hay lobos, que son especie en peligro de extinción, y si los hay, que haberlos haylos, éstos son pocos y no son tan salvajes como los de antes.
Ya me quedo más tranquilo, una vez contrastadas opiniones de refutados expertos de la zona y con datos objetivos. Quizá venga algún lobo, y si viene, husmeará por la zona y algo se llevará, nada trascendental.
No entiendo por qué tanta preocupación, tanto miedo injustificado por un acontecimiento que no ocurrirá a la vista de los hechos.
Independientemente de si viene el lobo, los pocos que hay, prepararé alguna trampa y aprovecharé su carne y su piel.
Hasta que una buena mañana esperando el lobo, pensando y pensando, me percaté de que realmente el lobo nunca vendría, y es cierto que ya no los hay, ni por ellos hay que temer. El peligro está en las llamaradas de fuego que se ven de lejos, viento sur hacia mi encuentro. De nada valen las trampas de lobo, ni mi rifle en mano. Los lobos no los hay, marcharon por el fuego...y ahí estaba yo esperando el lobo, y lo que viene es fuego.