El Presidente brasileño Lula se hizo recientemente las siguientes preguntas:
- Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que estar vinculados al dólar para comerciar.
- ¿Por qué no podemos comerciar en nuestra propia moneda?
- ¿Por qué un banco central de los BRICS no puede tener una moneda para financiar el comercio entre los países BRICS?
El discurso de Lula provocó otro revuelo mediático sobre la próxima desdolarización.
Así pues, expliquemos cómo funciona el actual sistema centrado en el dólar y por qué ha sido imposible sustituirlo en más de 50 años.
En un sistema económico globalizado, uno quiere comerciar con el mayor número posible de socios de forma fluida.
Cuando Brasil exporta sus materias primas a China o Japón y el comercio se realiza en dólares estadounidenses (USD), Brasil acumula dólares, que también puede utilizar para comprar bienes o servicios que necesita de otros países.
En otras palabras, hoy en día el dólare estadounidense es la divisa mundial (de reserva) preferida: más del 80% de las transacciones mundiales de divisas y más del 50% de los intercambios y pagos mundiales se realizan en dólares estadounidenses.
Y lo que es más importante, en los últimos 30 años los competidores no han podido alterar este dominio masivo del dólar estadounidense: ¿por qué?
Pues porque ser el dólar estadounidense parece divertido desde fuera.
Pero no es fácil.
Empecemos por el lado de los activos.
Cuando Brasil exporta materias primas en USD más de lo que gasta en USD para importar cosas del exterior, el país acumula reservas de divisas en USD.
Estos dólares entran en el sistema bancario nacional y, en última instancia, el Banco Central local es responsable de gestionar este colchón de reservas de divisas, lo que significa mantener estos dólares seguros y líquidos.
En nuestro sistema monetario, mantener el dinero ''seguro y líquido'' significa evitar el riesgo de crédito e invertir en mercados profundos y líquidos que garanticen una rotación indolora en caso necesario (ya sea mediante la venta o la recompra de valores).
El mercado del Tesoro estadounidense destaca como líder mundial en este campo: con más de 20 billones de dólares, líquido y respaldado por un profundo ecosistema de recompras inversas, cumple todos los requisitos.
La ausencia de controles de capital, el arraigo democrático y el imperio de la ley refuerzan este argumento.
Y lo que es más importante, una amplia oferta de bonos del Tesoro de EE.UU. (léase: déficits) proporciona al resto del mundo lo que necesita: un activo seguro y líquido donde reciclar los ingresos en USD de sus operaciones globales.
Pero, ¿cuál es la alternativa potencial?
- ¿Japón? Su mercado de deuda pública está absorbido en más de un 60% por el Banco de Japón, y ha habido varios días seguidos (¡!) en los que no se ha operado con bonos del Estado japonés.
- ¿Europa? ¿Con una unión monetaria tan frágil pero no fiscal, y los únicos países AAA potencialmente capaces de proporcionar al mundo garantías seguras (bonos alemanes) en lugar de aferrarse a la austeridad durante décadas?
- ¿China? ¿Brasil? ¿Rusia? Uno se enfrenta a una combinación de controles de capital (China), falta de democracia/estado de derecho (Rusia), corrupción y frecuentes episodios de inflación de dos dígitos (Brasil) - ¿desea asumir estos riesgos al almacenar sus reservas de divisas acumuladas con tanto esfuerzo por la venta de sus bienes y servicios en el extranjero?
La verdad es que los bonos del Tesoro estadounidense no tienen un competidor válido como vehículo global donde invertir las reservas de divisas.
Y esto también es cierto para la otra cara de la moneda: la deuda.
La deuda externa denominada en USD es enorme, y hace que una desdolarización ordenada no sea más que un cuento de hadas.
Las entidades radicadas fuera de Estados Unidos han acumulado 12 billones de dólares de deuda denominada en dólares estadounidenses: esto se debe a que para financiar negocios globales que venden cosas en dólares estadounidenses... bueno, se necesita deuda en dólares estadounidenses.
No puedo insistir en lo importante que es entender este concepto: si se quiere romper este sistema y "desdolarizarse", necesita desapalancar un sistema de deuda de 12 billones de dólares.
Si Brasil se alejara de las operaciones denominadas en USD, obstaculizaría sus propias entradas orgánicas de dólares estadounidenses, y las empresas brasileñas se verían asfixiadas por la escasez de USD, ya que necesitan reembolsar y refinanciar su deuda en USD.
Cuando se desapalanca un sistema basado en la deuda, o bien sube el denominador de la deuda (el USD) o bien se asiste a acontecimientos geopolíticos tectónicos (por ejemplo, guerras) en los que está en juego el orden mundial.
Un desmantelamiento ordenado del dólar es un cuento de hadas: no existe ninguna alternativa válida para una transición suave, y el desapalancamiento del sistema mundial basado en la deuda en dólares sería un proceso muy doloroso.
Por eso se sigue oyendo hablar de la desdolarización, pero nunca llega a producirse.
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