Lentamente, el dólar comienza a fortalecerse en todos los frentes, algo absolutamente esperable, y que habíamos anticipado en esta columna.
No era tan difícil de ver lo que venía: mercados en máximos históricos antes de las elecciones con el triunfo de Hillary Clinton prácticamente "cantado", dólar titubeante y unos cuantos factores políticos que no vienen al caso en este espacio. Pero quien estudió la teoría de Fibonacci aplicada a los mercados sabe que, cuando la tendencia hacia un lado es demasiado clara pero también demasiado extensa, los rebotes son inminentes y no había mejor evento que las elecciones de Estados Unidos para que ello ocurriera. Y finalmente, ocurrió.
Lo que ahora aparece como tan sorprendente no lo es si se aplica algo de lógica. Los mercados bursátiles estiran sus últimos días de alzas, cazando el llamado "dinero tonto", y haciendo creer que el rally que se inició en marzo de 2009 con la compra de casi el 40% de Citigroup (NYSE:C) por parte del entonces flamante gobierno del presidente Obama va a extenderse para siempre.
Bastarán algunos anuncios del nuevo presidente, Donald Trump, para llenar de pesimismo a los mercados y que comencemos a ver primero fuertes correcciones, y luego el estallido de la burbuja que crearon Obama y la Reserva Federal (Fed) con políticas laxas y cómodas.
Al cabo, estas políticas empapelaron de dólares los mercados, pero no lograron crear empleo de calidad, por lo que el descontento es total. Para quienes se sorprenden de por qué pasan las cosas y hablan de cambios profundos en la psicología de la sociedad estadounidense, o cambios de época, o de paradigmas, o de mundos nuevos, el mensaje es que miren cuanto gana un operario en Estados Unidos, y que tipo de trabajo hace. Allí está la clave. Lo que viene es mejor? Probablemente no, pero las causas de lo que sucede son más simples de lo que se explica.
El sinceramiento del dólar, por ahora, ha sido moderado ante las monedas principales, sencillamente porque las mismas son realmente fuertes. El euro está aún en una posición poco explicable si se consideran los motivos por los que una moneda se mueve en su tipo de cambio ante el dólar.
Con los tipos del Banco Central Europeo (BCE) en negativo, con 80.000 millones de euros entrando al circuito, con un plan de estímulo cuyo final probablemente no opere cuando estaba previsto -marzo de 2017-, y se extienda al menos seis meses más, uno se pregunta por que la divisa única no está ya cerca de la paridad. La respuesta, otra vez, es obvia: no es que el euro esté fuerte, es que el dólar está (estaba) débil.
La libra esterlina, a contramano, se fortalece, y sobre esto también hemos hablado varias veces. Por qué una moneda como la libra caería a la par del euro o el yen, si ya anticipó su baja varios meses antes, y se encuentra en plena recuperación. Ese famoso crash que sufrió no fue producido por un pequeño error de cálculo que la hizo caer de 1,26 a 1,14 en dos minutos, sino que se trató de una maniobra que ayudó, y bastante, a un gran banco alemán en problemas. Y dado que la explicación teórica se basó en el Brexit, y que el mismo ahora deberá ser confirmado por el Parlamento, lo cual aparece altísimamente improbable, ver a la libra en 1,35 en pocas semanas será prácticamente inevitable.
Y el yen, la otra moneda líder, cae como consecuencia de la fortaleza que el dólar comienza a tomar, y también por la caída de las acciones de la Bolsa de Tokio, algo también totalmente esperable en estos días. A su vez, cuesta imaginar al Banco de Japón tomando medidas para que esto no pase. Diríamos que todo lo contrario.
Quienes deben preocuparse son las economías emergentes, que se verán muy perjudicadas por lo que viene. Pero mucho más profunda será la crisis para quienes creyeron que el dólar barato duraría para siempre. El panorama, entonces, luce bastante claro para los próximos tiempos.
El lunes no ofrecerá muchos cambios respecto a los movimientos que estamos viendo. Probablemente tanto el euro como la libra se fortalezcan levemente, buscando cubrir los gaps que quedaron en el inicio de la sesión asiática. Y el petróleo, otra vez muy débil, intentará al menos llegar a los 45 dólares.