En agosto, las pérdidas fueron el denominador común de todos los mercados de materias primas a excepción de los metales industriales.
En general, las referencias económicas fueron bastante positivas en Estados Unidos, y estuvieron contrarrestadas por la evidente ralentización del crecimiento económico en China y Europa, a lo que se sumó la creciente preocupación sobre la intensificación del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Por otra parte, el impacto del repunte del dólar estadounidense en las materias primas se vio silenciada por una noción cada vez más generalizada de que la actual fortaleza del billete verde deriva de un crecimiento económico sostenido, uno de los factores más positivos para levantar la demanda de las materias primas.
La dinámica parece haber cambiado en el mes de septiembre tal y como muestra el descenso en casi todas las materias primas a su menor nivel en ocho meses hace algunos días, al tiempo que el dólar se encarecía a mínimos multianuales frente a divisas como el yen, apoyado en la especulación de que la Fed incrementará los tipos de interés el próximo año, echando el freno a la demanda de las materias primas.
No obstante, a pesar de que todo apunta a un abandono del interés del inversor en las materias primas, Société Générale (PARIS:SOGN) asegura que en lo que respecta a los precios y tendencias generales de las materias primas en lo que llevamos del tercer trimestre, hay pocas evidencias del tradicional período de calma que usualmente acompaña al verano.
Las perspectivas para este mercado siguen siendo mixtas debido tanto a que la desaceleración de la economía china afecta de forma diferente a la demanda de los distintos metales, como a que la dinámica de abastecimiento varía de forma considerable entre unos y otros.
Por cada metal industrial, China es a la vez el productor y consumidor número uno del mundo, posición jamás emulada por los tigres asiáticos (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán) y que quizá tan sólo se dio en Gran Bretaña durante e inmediatamente después de la revolución industrial.
Existe una creencia generalizada de que a medida que China complete su transformación hacia una economía de consumo, el valor de los metales industriales cambiará en relación unos con otros.
Por tanto, para aquellos que cuenten con un perfil más orientado al consumo, como el aluminio, superarán a otros más demandados por la industria, como el cobre. Esto es importante ya que China es el mayor consumidor de estos metales y los cambios en sus patrones de consumo afectan de forma significativa en los precios.
De acuerdo con el banco francés, la demanda global de cobre se situó en el 25% en 2006 y en 2014 bajó al 22%, mientras el consumo del cobre en China creció de forma marginal del 20% al 23% durante el mismo periodo, sin incluir en los cálculos el metal usado en préstamos garantizados, una tendencia que ha ido en aumento recientemente en China.
El consumo de aluminio, tanto dentro de China como en el mundo, ha sido constante, aunque el encarecimiento del precio se notó principalmente este año por las perspectivas de que el abastecimiento del metal entrará en déficit este año.
El consumo de zinc en el gigante asiático ha disminuido del 17% al 14%, lo que es contrario a lo que cabría esperar ya que el zinc clasifica principalmente como metal de consumo, aunque su uso en acero galvanizado puede complicar los resultados.
Aunque la evidencia apunta hacia un cambio en el modelo económico chino en cuanto al consumo de energía, en el caso de los metales industriales, los datos no son convincentes.