Hace un par de días estaba en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y, por casualidad, escuché una conversación entre dos inversores:
“Este país (Argentina) está condenado al populismo por la gran cantidad de recursos naturales que tenemos”, sentenció uno de ellos.
Desde hace mucho tiempo atrás no escuchaba ese argumento para justificar el fracaso de la ausencia de desarrollo económico en muchos países que tienen el “don” de gozar de una gran cantidad de recursos naturales. Desde ya que no lo comparto, pero entiendo el punto.
En los años 60 salió a luz la denominada “enfermedad holandesa”. Ésta señala que el descubrimiento de gas natural en el Mar del Norte ha sido un dolor de cabeza para Holanda ya que llevó a una apreciación de la moneda tan fuerte que destruyó la industria manufacturera de ese país. De ahí que se relacione la abundancia de los recursos naturales con un grave problema para la economía.
Pero, lógicamente, no son los recursos naturales per sé malos para un país, sino todo lo contrario, ya que pueden ser la punta de lanza del desarrollo. Lo que debe estar bajo el foco de análisis es necesariamente la forma en cómo los gobernantes de turno los administran.
Las experiencias populistas latinoamericanas son un claro ejemplo de pésima administración. Pero, en el extremo opuesto se encuentra Noruega, constituyéndose en un caso revelador a seguir tanto a nivel país como inversor.
En 1990 nació el fondo soberano más importante del mundo, en Noruega, denominado Government Pension Fund Global (exThe Oil Fund). El mismo fue impulsado para administrar eficientemente las ganancias extraordinarias que tenía la empresa estatal noruega de petróleo.
El fondo iba a ser administrado por el ministro de Finanzas de ese país en representación de la gente y, anualmente, se alimentaría de los ingresos extraordinarios que generaba la explotación del petróleo noruego.
Los recursos del fondo son invertidos en el exterior, para blindar ese ahorro de la economía noruega y los volátiles precios del crudo.Asimismo, este fondo soberano tiene dos objetivos bien claros y precisos:
- Afrontar los gastos de jubilaciones y pensiones en el futuro ante el envejecimiento esperado de la población noruega.
- Utilizarlo como política fiscal anticíclica cuando la situación económica sea lo suficientemente apremiante.
Para el primer punto, por el momento no se ha utilizado ningún recurso, pero seguramente en unos años comenzará esta aplicación.
En relación a la política fiscal, se estableció la denominada “Regla del 4” que implica que no más del 4% del fondo soberano puede usarse anualmente para fines de presupuesto público. ¿Por qué el 4%? Porque ese es el objetivo de retorno anual del fondo a largo plazo.
¿Cómo ha venido funcionando el fondo a la fecha?
Los noruegos no han dejado nada librado al azar y es por eso que armaron un Comité de Asesoría profesional para dar recomendaciones en el desarrollo de la estrategia de inversión del fondo. Éste está integrado por ex ministro de finanzas, profesionales del dinero y bancos especializados.
Y los resultados están a la vista…
Desde el 1 de enero de 1998 hasta el segundo trimestre de 2006, el fondo generó un retorno anual de 5,6%. Si le quitamos los costos de administración, honorarios y la inflación, el rendimiento “real” neto anual es de 3,6%.
Se trata de un rendimiento muy interesante, considerando que la estrategia de inversión del fondo hoy está dividida en tres rubros de importancia:
- – Acciones: 60%
- – Bonos: 35%
- – Inversiones Inmobiliarias: 5%
Bajo estas premisas, el fondo soberano hoy invierte en 78 países en el mundo, en más de 9.050 compañías y es dueño del 1,3% del capital total listado en Bolsa de todas las empresas del mundo. Entre las principales tenencias del mismo se encuentran Apple (NASDAQ:AAPL), Microsoft (NASDAQ:MSFT) y Novartis (SIX:NOVN).
En este momento se está discutiendo la posibilidad de subir la exposición en acciones del 60% a 70% del total del fondo, lo que podría generar una demanda adicional de ciertos papeles que hoy muestran potencial.
Enseñanzas detrás del Fondo
Creo que hay tres puntos importantes para considerar:
- Los recursos naturales no son malos per sé ni condenan al éxito ni al fracaso a los países, sino que la discusión central debe basarse en cómo se administran.
- Cuando hay políticas económicas medulares de largo plazo, que trascienden los gobernantes de turno, es posible alcanzar niveles de desarrollo económico que saquen a las naciones de sus problemas estructurales.
- Con una estrategia de inversión que tenga un horizonte largo, objetivos claros y profesionalismo, se pueden alcanzar retornos muy atractivos en un entorno de riesgo acotado.
El caso del fondo noruego es el ejemplo ideal para romper la inercia de pensamiento recursos natural-populismo-decadencia estructural.
Gobernantes e inversores deberían tomar lo mejor de este modelo.