La revalorización del oro ha sido muy superior a la de los bonos, e incluso superior a la de las acciones en bolsa, en los últimos 20 años.
El oro se ha apreciado un +800%, en comparación con el S&P 500 (+600%).
Además, la demanda de inversión global de oro aumentó un promedio del 15% anual durante esas dos décadas.
El elevado nivel de deuda y la "pegajosa" inflación en Estados Unidos, la reducción de la dependencia al dólar estadounidense (desdolarización), el endurecimiento de la tensión entre Estados Unidos y China, el conflicto en Oriente Medio y las sanciones impuestas a Rusia por la invasión en 2022 de Ucrania han impulsado las compras récord de oro por parte de los bancos centrales.
Todos estos factores podrían desencadenar uno de los mercados alcistas más fuertes del oro desde que Nixon puso fin a la convertibilidad del dólar estadounidense en oro.
Por aquél entonces, el oro multiplicó su valor por más de 20 veces en menos de 10 años.
Según la última encuesta (septiembre 2024) a banqueros centrales del Consejo Mundial del Oro, la práctica totalidad de ellos aumentarán sus compras de oro en los próximos años.
La continuación de las compras masivas de oro por parte de los dirigentes de nuestra política monetaria es un hecho.
Destaca China, que, a pesar de ser el mayor acumulador de oro, sus reservas de oro todavía sólo representan el 4% del total de sus reservas monetarias.
La mayoría de bancos centrales coinciden en mantener un mínimo del 20% de sus reservas totales en oro físico. Se espera pues, que China siga con su voraz apetito de lingotes durante largos años.
Dada su baja correlación con otras clases de activos (como las acciones, los bonos y un dólar en permanente debilitamiento), el oro puede desempeñar un papel importante en la diversificación de carteras.
A medida que el precio de estos activos cae, el oro tiende a subir.