El creciente y progresivo endurecimiento de los mensajes sobre la política monetaria y de tipos de la Fed se le está atragantando a las bolsas y desangra al mercado de deuda y crédito. En el plazo de un mes, desde la última reunión de tipos del FOMC de la Fed, los mensajes de sus miembros han ido subiendo el tono agresivo, llegando a hablar de una subidas de hasta 75 puntos básicos en la próxima reunión de la autoridad monetaria de EE.UU. En esté último los índices de Wall Street han mantenido un comportamiento errático con un continúo goteo a la baja. El S&P 500 ha perdido un 5,97%, el Dow Jones un 3,01% y el tecnológico Nasdaq 100, el más damnificado por la subida de tipos que se avecina, se ha dejado un 9,47% en el último mes.
El panorama en la renta fija no es menos desolador. Según se exige una mayor rentabilidad a los bonos, su valoración esta cayendo con unas connotaciones de un sell off,no visto desde marzo de 2020, mes crítico de la pandemia. El índice que mide el desempeño de los bonos del Tesoro de Estados Unidos (S&P U.S. Treasury Bond Index) ha caído un 7,35% en lo que va de año y el índice que mide el desempeños de la deuda emitida por empresas del S&P 500 (S&P500 Investment Grade Corporate Bond Index) ha perdido un 11,31% en lo que llevamos de 2022. La diferencia con la caída producida por la pandemia es que entonces los bancos centrales acudieron al rescate, recuperando valoraciones rápidamente. Ahora los bancos centrales, cegados por su afán de lucha contra la inflación y la normalización monetaria, son una amenaza en lugar de una solución, especialmente si pretenden reducir su balance, vendiendo activos, demasiado rápido.
Mientras, los dato macro y los resultados empresariales no están siendo tan negativos, en ningún caso se atisba riesgo de recesión, la Reserva Federal de EE.UU. y el resto de bancos centrales han decidido convertir el 2022 en un año de sufrimiento para los inversores. Como sucedió a finales de 2018, la última vez que la Reserva Federal quiso normalizar su política monetaria, los mercados reaccionaron con fuertes caídas, entonces el S&P 500 perdió en torno al 20% y esto llevó a la Reserva Federal a echar marcha atrás en sus intenciones, llegando incluso a reducir tipos al cabo de un año.
Probablemente esta situación no se repetirá tal cual, debido a que ahora tenemos una inflación desbocada, pero no debería extrañarnos que el movimiento actual de los bancos centrales sea un movimiento de ida y vuelta. Hay dos aspectos que nos pueden llevar a pensar que esto pueda ser así.
En primer lugar, los bancos centrales tienen ansiedad por recuperar sus armas de política monetaria antes de que llegue una nueva situación de crisis. Gran parte del motivo de sus prisas por subir tipos y reducir balance es este y no tanto su lucha contra la inflación, recordar que es una inflación de oferta. Tras la pandemia, las inyecciones de liquidez y las bajadas de tipos dejaron a los bancos centrales sin sus armas de reactivación económica y consideran el momento económico actual suficientemente sólido como para recuperarlas.
En segundo lugar los bancos centrales están confundiendo la rapidez con la intensidad. Quieren normalizar sus políticas y actuar contra la inflación rápidamente y para ello están transmitiendo que las medidas van a ser más agresivas. Que sean más agresivas y más intensas no es lo mismo a que sean rápidas, aunque su reflejo en los mercados así lo presente. Su efecto en la economía es más lento y el riesgo es que la intensidad no sea la adecuada. Ya se ha demostrado que la Fed ha reaccionado tarde a la inflación. Ahora, como sucede cuando un piloto de formula 1 frena demasiado tarde en la curva, la Fed está dando un volantazo de una intensidad mayor de la necesaria. Es la reacción normal, pero va a tener que dar otro volantazo en sentido contrario si quiere meter el coche en la pista y no realizar un trompo que le arruine la carrera. Este es el riesgo de recesión o de crisis financiera que se descuenta si la intensidad de las medidas de normalización son demasiado intensas.
El riesgo de provocar una recesión o una crisis financiera es lo que hacen que los mercados tengan un mal comportamiento y lo que puede llevar a los bancos centrales a abortar su plan tan agresivo de normalización que nos están presentando.
Es probable que tengan que dar un volantazo en sentido contrario, si quieren encarrilar el crecimiento económico.
Mientras, los inversores deben armarse de paciencia este año 2022 y no intentar realizar salidas de posiciones cuando la caída ya se ha producido porque el riesgo de quedarse fuera del mercado, cuando la situación se estabilice, es grande. La inflación parece que ya ha tocado techo, esta semana conoceremos los datos preliminares del IPC del mes de abril de las principales economías y deberían confirmar este dato .Si el horizonte temporal lo permite el inversor deberá esperar el movimiento de vuelta de los bancos centrales.