No fue una jornada más la que se vivió el jueves en el mercado de divisas. El yen nuevamente fue protagonista de un día en el que, de su mano, todas las monedas atacaron al dólar, impulsando a su vez a los índices bursátiles de Nueva York, que habían iniciado la sesión muy abajo.
Este tipo de movimientos, totalmente especulativos y sin fundamentales en el medio, tienen varias características similares a otros del pasado: en principio, el yen había caído lo suficiente en poco tiempo, desde las 80 unidades que cotizaba en noviembre pasado hasta los 103,30 del mes pasado, como para ofrecer una toma de ganancias a dicho rally lo suficientemente sustanciosa.
Sin embargo, no parece que la divisa nipona siga en ese camino durante mucho tiempo más. Los especialistas en esta moneda lo ven llegando más allá de la barrera de 105 en poco tiempo, y algunos más arriesgados creen que podría buscar la zona de 130, algo que no vemos probable en el mediano plazo.
Lo cierto es que, al menos el jueves, se cumplieron varias de las "máximas" que acompañan al yen cuando se mueve de la forma en que lo hizo: violentamente, en pocos minutos, fuera del horario bursátil de Japón, y en contra de su tendencia principal. Una suerte de intervención... pero al revés.
Las declaraciones de Taro Aso, Ministro de Finanzas japonés, en el sentido de que el BoJ no intenvendrá en lo inmediato para debilitar al yen, le dieron un mayor empuje al mismo en la sesión asiática del viernes, tendencia que mantiene antes del dato de empleos de Estados Unidos.
El resto de las monedas se limitó a seguir al yen. El euro ofreció su mejor ganancia en meses y en minutos, al igual que la libra Esterlina. Por cierto, no se le puede atribuir al Presidente del BCE, Mario Draghi, haber hecho mucho para que el euro crezca en la forma que lo hizo: su mensaje volvió a ser mesurado y escéptico, y no muy en línea con lo esperado por el mercado, que esperaba un discurso más abierto y medidas fuertes. Solo atinó a decir que se evaluó la posibilidad de ofrecer tasas negativas. Y en un contexto semejante, el euro creció sin pausa.
Tampoco la libra tenía muchos argumentos para los movimientos que mostró: el BoE dejó sin cambios la tasa de interés y los planes de estímulo. Pero evidentemente, el yen es más fuerte de lo que muchos creen. Si no fuera por el dólar, sería sin dudas la moneda líder.
Mire, si no, lo que sucedió con el dólar australiano. Vapuleado en varios frentes, hasta tocar 0,9430 a primera hora, creció sin esperar los informes de balanza comercial de China, una referencia vital para el aussie. Sin embargo, vuelve a caer promediando la sesión europea del viernes, y sus perspectivas son bajistas para el resto del día.
Y todo esto, en un día que habitualmente es más tranquilo, la víspera del dato de empleos de Estados Unidos.
Que tiene de atractivo el dato que se conocerá a las 8:30 del Este? En principio, saber si la variable del empleo mantiene su tendencia moderadamente alcista de los últimos meses, y la de desempleo, una tendencia saludablemente bajista.
Pero sobre todo, la medición tendrá importancia de cara a la próxima reunión de la Fed, prevista para dentro de 12 días: si el empleo sigue creciendo, el organismo seguirá insistiendo en que pronto se recortará el estímulo a la economía, que se mantiene sin cambios desde hace meses. De otro modo, la cuestión no será tratada con la misma fuerza.
Este contexto más que interesante es el que ofrece el mercado en las horas previas a la sesión americana. Con el panorama de Europa y Reino Unido más claro, con el yen en plena revolución, las monedas "commodities" en baja, ahora todo queda en manos del dólar, que se muestra nervioso y dispar ante las divisas principales.
Será un día para analizar mucho, y operar en consecuencia, pero con bajo riesgo y a corto plazo. Acaso, la mejor forma de hacerlo todos los días, pero mucho más en jornadas como la que nos espera.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen y reparador fin de semana. Nos reencontramos el próximo lunes, hasta entonces.