Las noticias de última hora y los desafíos a largo plazo luchan por captar la atención de los inversores, lo que podría distraerlos del análisis, que probablemente sea lo más importante.
¿Qué tienen en común el cambio climático, el envejecimiento de la población, el impulso a menudo interrumpido para una mayor integración de la eurozona y el futuro político a largo plazo de China? Todos son problemas que los medios de comunicación sugieren podrían perjudicar a los mercados de valores. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, todos son posibles problemas a muy largo plazo. En nuestros años de análisis de los mercados de capital, hemos observado la tendencia general de los mercados a ignorar los problemas que vayan a llegar dentro de más de 30 meses. Creemos que entender cómo funcionan los mercados y por qué parecen centrarse más en los próximos 3 a 30 meses es importante para los inversores de capital, ya que puede ayudarles a poner en perspectiva los riesgos que tanto se comentan y a tomar decisiones más ponderadas (y tal vez menos reactivas).
Creemos que la naturaleza prospectiva de los mercados explica por qué los problemas a muy corto plazo generalmente tienen poca influencia sobre los precios a largo plazo. La mayoría de los acontecimientos políticos a corto plazo suelen aparecer en el horizonte meses antes, dando a los mercados más posibilidades de descontarlos en los precios. Los datos económicos y los anuncios de beneficios suelen ser acontecimientos importantes a corto plazo, pero en general tienen carácter retrospectivo. Por ejemplo, mientras escribimos, muchas empresas se están preparando para publicar los resultados trimestrales. A medida que lo hagan, si la historia reciente sirve de guía, los medios los considerarán noticias de alcance. Las cifras específicas pueden avivar la volatilidad a corto plazo, en función de cómo se relacionen con las proyecciones de los analistas, pero el efecto a largo plazo, en nuestra opinión, es limitado. Reflejan (y confirman) la actividad que tuvo lugar meses atrás.
Creemos que los mercados eficientes ya conocen los factores, las tendencias y los acontecimientos que influyeron en los resultados. Por extensión, creemos que el mercado –que técnicamente es una suma de la sabiduría colectiva del universo de las inversiones– probablemente ya tenga expectativas razonables de cuáles serán esos resultados. Por lo tanto, es probable que haya pocas oportunidades de sacar partido de la situación.
Creemos que se aplica una lógica similar a las publicaciones de datos económicos, que se publican mucho después de que la actividad económica real haya tenido lugar. En términos más generales, los inversores suelen analizar los acontecimientos inminentes hasta la saciedad. Las reuniones del banco central son solo un ejemplo de ello. Por lo general, observamos que se da mucha cobertura por parte de la prensa antes de las reuniones sobre todos los posibles resultados. Creemos que esto da a los mercados la oportunidad de ponerles precio. Y en nuestra opinión, es una gran razón por la que los mercados no suelen reaccionar a las noticias de la misma forma que los titulares esperan, probablemente ya los hayan descontado en los precios y estén mirando hacia adelante.
Pero la capacidad de predicción de los mercados no es infinita. Si bien no pretendemos restar importancia a ninguno de los problemas que mencionamos al comienzo de este artículo, todos parecen ser acontecimientos muy lentos cuyos posibles efectos principales aparecerán dentro de varias décadas. Esto no solo da a los mercados suficiente tiempo para ponerles precio, sino que la preocupación por el posible efecto en el mercado ignora la enorme probabilidad de que las cosas cambien antes de que llegue ese momento. Creemos que los pronósticos basados en la proyección directa del pasado reciente sobre el futuro son incapaces de tener en cuenta el posible cambio de las variables en el futuro. Por ejemplo, fíjese en los datos demográficos.
Durante años, los expertos han alertado de que la combinación del envejecimiento de la población y el descenso de la tasa de natalidad en Europa daría lugar a la disminución de la población y a una carga inasumible de las pensiones públicas. Basan estas predicciones en modelos a largo plazo, como las pirámides de población del Banco Mundial. En nuestra opinión, el problema de estas previsiones es que ignoran varios factores que podrían cambiar las tendencias de la población a largo plazo, entre otros la inmigración. Creemos que los mercados se mueven según las probabilidades, no las posibilidades. Debido a la existencia de tantas incógnitas, creemos que es imposible que los mercados puedan predecir las probabilidades en un futuro lejano.
En nuestra opinión, la misma lógica sirve para cuestiones como el cambio climático. Aunque no somos científicos, la mayoría probablemente coincida en que hay pocas probabilidades de que las cuestiones climáticas tengan un gran impacto económico en los próximos años. Incluso los peores pronósticos no hablan de resultados catastróficos hasta dentro de varias décadas. Por ahora creemos que los mercados no pueden tenerlo en cuenta. Es algo que queda demasiado lejos en el futuro y no está bien definido, e ignora la capacidad de la sociedad para crear soluciones innovadoras y adaptarse antes de que los problemas se materialicen, tal como lo ha hecho la humanidad cuando se ha enfrentado a desafíos similares a lo largo de la historia.
Recordamos muy bien los temores del «pico del petróleo» a mediados de la primera década del siglo XIX, cuando se temía que el suministro mundial de crudo se agotaría. En la actualidad, esos temores se invierten con mayor frecuencia, ya que muchas veces vemos se habla de «pico de demanda de petróleo» en la prensa. Eso probablemente tampoco sea cierto en el momento presente, pero la razón del cambio es lo que importa. Era una cuestión tecnológica, relativa tanto a la generación de un nuevo suministro al que antes era antieconómico acceder como a la desaceleración del crecimiento de la demanda.
Por lo tanto, creemos que los mercados gastan la mayor parte de su energía valorando el futuro previsible: los próximos 3 a 30 meses. Dentro de este intervalo de tiempo, los mercados están en mejores condiciones para asignar probabilidades a varios resultados. Los principales indicadores económicos como los índices económicos de tendencias de The Conference Board, las curvas de rendimiento, las encuestas sobre pedidos a fábricas y los nuevos negocios de servicios ofrecen una visión de alto nivel sobre cómo podrían comportarse las economías a corto plazo, ayudando a los mercados a generar más expectativas sobre futuras ganancias. Los inversores pueden realizar su propio análisis para estimar si esas expectativas son demasiado altas o demasiado bajas. Probablemente, también la política es más fácil de predecir dentro de este intervalo de tiempo, dados los ciclos electorales y las duraciones de los mandatos en los países más desarrollados.
Creemos que los inversores se benefician poco de preocuparse de problemas complejos a largo plazo. Por el contrario, pensamos que probablemente obtengan información más valiosa al centrarse en el periodo que probablemente brinde la mayor oportunidad de beneficiarse de un análisis crítico. Opinamos que esto permite a los inversores desconectarse de la mayor parte del ruido sobre noticias de última hora o preocupaciones imposibles de cuantificar sobre un futuro lejano y concentrarse en asuntos que probablemente sean más importantes para el rendimiento de la cartera.
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